19 de mayo de 2011

Educación vial para niños (2): caminando por la calle


Como la educación vial de los niños es una labor que empieza mucho antes de que ellos nazcan, hoy vamos a comenzar a dar a los padres una serie de recomendaciones para que puedan transmitirlas sin problemas a los niños, y lo hacemos con las pautas de actuación ligadas a la circulación más elemental: cuando el niño sale a caminar por la calle, ya sea en compañía de sus padres o, más adelante, cuando tenga que ir solo al cole o a comprar el pan, que todo llegará.

Un simple paseo, ya desde que el niño arranca a andar, es una oportunidad perfecta para comenzar un trabajo de inculcar buenos hábitos de educación vial, unos buenos hábitos que poco a poco irán dando su fruto y que con el tiempo nos darán a entender si en su día hicimos los deberes. Todo esto lo vamos a ver con la ayuda de unos breves pero prácticos consejos para el día a día.


Una calle no es un parque, y es que de hecho ni siquiera se parecen. En un parque uno puede brincar y jugar. En la calle eso es peligroso porque hay otras personas que caminan y los pueden empujar sin querer. Y hay también coches, motos, camiones y autobuses que pueden atropellarlos si van jugando en vez de prestarles atención. La calle es para caminar por la acera, no para corretear por ahí.

Caminar siempre por el lado de la acera más alejado de la calzada. Por la calzada hay coches que vienen y van, y al andar el niño puede tropezar o perder el equilibrio y caer. Por eso, no debe pasear por la parte más cercana a los coches y, sobre todo, nunca debe caminar por el bordillo de la acera. La zona por donde pasan los coches es peligrosa, y eso debe quedarle claro.

Cogido de la mano, el niño está más seguro. En cualquier momento y ante cualquier tropiezo, el padre o la madre puede asirlo con fuerza y evitar un susto. Pero no es sólo eso: al darle la mano al niño, podemos incluso involucrarlo en nuestra manera de observar lo que sucede a nuestro alrededor. Un suave gesto con la mano para indicarle que hay un hoyo o que debe acercarse porque hay que dejar pasar será en ocasiones más efectivo y elocuente que irle diciendo a cada momento lo que debe hacer.

Eligiendo una ruta adaptada a las posibilidades del niño estamos trazando el futuro del niño como peatón. Que el chaval aprenda desde bien pequeño a planificar y a prever lo que sucederá más adelante es positivo. Si más allá hay coches o motos sobre la acera, si hay más o menos semáforos para cruzar o si hay amplias zonas peatonales en el trayecto son variables que deberá considerar para caminar por la calle con seguridad.

La previsión de los cruces que encontrará por el camino es otro criterio importante. Más vale, por ejemplo, que cruce la calle una sola vez que tener que bordear cruzando tres veces para llegar al mismo punto. Si a medida que va caminando se va haciendo una idea de por dónde irá a continuación, se ahorrará más de una situación de riesgo