La anticipación como alternativa a la propia
seguridad personal, siempre que la situación de peligro inicial sea de tal
naturaleza que, efectivamente, exija una resolución del conflicto como, por
ejemplo, una maniobra evasiva consistente en el giro de volante hacia la
derecha para impedir una colisión por alcance en una vía de doble sentido de
circulación. Pero, hay muchos más ejemplos…
No pretendo hacer un guión sobre las buenas
prácticas en la conducción pero mi experiencia de muchos años conduciendo
vehículos, me ha enseñado no sólo a tener una expectativa adecuada, por ese
derecho a esperar de los demás un uso adecuado de las normas que regulan la
circulación sino también, intentar superar con éxito o estar a la altura ante
cualquier imprevisto que se presente, salvo que se trate de incidentes:
voluntarios, fortuitos como por ejemplo, derrame de líquido deslizante sobre la
calzada o de fuerza mayor como por ejemplo, la caída de un árbol a nuestro paso
con nuestro vehículo.
En consecuencia, descartando aquellos factores que
con ocasión del tráfico sean inevitables, el principio de previsión también
denominado de precaución en materia de seguridad vial respalda la adopción de
medidas protectoras ante conductas que puedan crear situaciones de grave riesgo
para la circulación u otras que por omisión o desconocimiento de la norma sean
mal interpretadas.
Hay que saber prevenir para anticiparse
Por tanto, el principio de previsión junto con el
de confianza pretende que la conducción se realice de la forma más natural
posible. Es decir, que la circulación vial sea lo menos exigente posible, con
el menor número de obstáculos, tramos rectos, buena visibilidad de la
señalización, etcétera. Son condiciones que nos ayudarán a controlar en cada momento
nuestra propia intervención de acuerdo con nuestra capacidad y experiencia. De
todas maneras, con estos dos ejemplos seguro que se entenderá mejor:
Supuesto 1: El conductor que circula por el casco
urbano debe prever que en un momento determinado puede irrumpir un peatón y
cruzar la calzada, por lo tanto debe ajustar su conducción a las circunstancias
que puedan presentarse. En el caso de no hacerse y producirse el siniestro
vial, aunque fuese inevitable, la responsabilidad recaerá sobre el propio
conductor. Del mismo modo, la previsión del incidente vial juega un papel muy
importante, como hemos explicado antes, en tanto que se responsabiliza por completo
al que pudo y no lo hizo.
Supuesto 2: El conductor que no puede prever la
aparición de un animal suelto transitando por la calzada sobre todo si
desconocemos la carretera. Pero si se trata de un tramo recto con buena
visibilidad, aunque fuese de noche, lo más probable es que nos permita realizar
una maniobra evasiva como por ejemplo advertir a los demás nuestra intención de
detenernos. En el caso de producirse el atropello podría plantearse: una
velocidad excesiva, falta de atención o una impericia del conductor.
La importancia de la conducción dirigida
Siguiendo con los principios del comportamiento
vial ya enumerados, como conductores, estamos como dirigidos en todo momento
por la señalización existente de la red vial. Es decir, mientras no exista señalización
que indique una alteración de la normalidad en el tráfico, podemos circular en
la confianza de que no vamos a encontrar ninguna anomalía. Pero si además,
asumimos algunas dificultades que nos podemos encontrar como por ejemplo, suelo
mojado por lluvia, calzada en obras, etcétera; sólo nos queda utilizar la
previsión, es decir, adoptar las medidas adecuadas para superarlas sin
dificultad.
Otro aspecto a tener en cuenta es el de la
obligación que tienen los usuarios de las vías de señalizar las maniobras que
realicen. Como sabemos, tales maniobras implican un movimiento que, si no se
anuncia con antelación, pueden suponer un peligro potencial importante para el
resto de los usuarios puesto que suponen desplazamientos laterales o cambio de
carril no esperados en los que se pueden cruzar las trayectorias de los
vehículos con riesgo de sufrir alguna colisión o conflicto.
A veces, al volante, necesitamos reforzar nuestras
maniobras para que sean vistas por el resto de usuarios. Es más, no podemos dar
por hecho que los demás han entendido nuestras intenciones. Por ejemplo, cuando
circulamos por el carril exterior de una rotonda y no deseamos salir por la
primera salida. En este caso, si advertimos con el intermitente izquierdo
estaremos dando a entender a los demás, que nos siguen, que no vamos a salirnos
de la rotonda. Cuando vamos en paralelo y junto a un vehículo articulado
(cabeza tractora más semirremolque) tenemos que prever que su ángulo muerto le
impide vernos. Si vamos detrás de un conductor o conductora de avanzada edad
tenemos que prever que puede aminorar la velocidad sin motivo aparente…
En definitiva, previsión en la conducción es
anticiparse a las maniobras de los demás para facilitar la correcta utilización
de nuestro entorno vial y en todo caso evitar un conflicto sabiendo de antemano
que podemos dominar la situación. Como en el ajedrez: pensar dos jugadas por
delante.
Fuente:Circula Seguro