Recordad que habíamos dicho que el hecho de conocer
y cumplir las normas es la garantía fundamental para la seguridad de
todos los que compartimos el mismo escenario vial cuando hablábamos de la confianza; después, vimos la previsión, o lo que es lo mismo, anticiparse a cualquier
obstáculo o situación que pueda sorprendernos sin alterar nuestra capacidad
de actuación para evitar cualquier incidente vial y por último, tener la seguridad, es decir, la concentración necesaria de
nuestras facultades físicas y psíquicas para un correcto dominio de las
actividades que requiere la conducción y así dar la respuesta adecuada.
Pues bien, hoy, terminamos esta serie de artículos
sobre los principios del comportamiento vial que nos afectan a
todos, especialmente a conductores y peatones, dentro del fenómeno del tráfico
con la responsabilidad. De esta forma sabremos diferenciar los cuatro
principios unidos a su vez por un denominador común: la conducta al volante.
La conducción es una tarea de responsabilidad
La sociedad nos otorga la convicción de que cuando
nos subimos a un vehículo o cuando circulamos como peatones todos somos
responsables de nuestros actos. Cuando se toman decisiones erróneas o cuando
nos comportamos de manera irresponsable en el ámbito vial se rompe la seguridad
en la circulación. (Programa de intervención, sensibilización y reeducación
vial)
El principio de responsabilidad se basa en el
cumplimiento por parte de conductores y peatones de la normativa existente,
evitando ser un peligro u obstáculo a los demás usuarios de la vía, con un
comportamiento adecuado en cada momento y asumiendo las consecuencias de
sus propios actos. El aspirante a conductor debe formarse debidamente para
asumir que el hecho de conducir y después circular con el vehículo es una tarea
de responsabilidad,
De hecho, la responsabilidad en la
conducción viene recogida en el Reglamento
General de Conductores, al referirse a la expedición de los permisos de
conducir, incluyendo las antiguas licencias de conducción, así como los deberes
de los titulares de los distintos tipos de autorizaciones para conducir.
Por tanto, este principio de responsabilidad ha de
hacernos reflexionar sobre la especial relevancia que tiene el factor
humano en la explicación no sólo de cualquier siniestro vial que ocurra,
sino de todo el fenómeno del tráfico. Además, añado que más allá del principio
de responsabilidad, y que vimos con ejemplos cuando hablábamos de la
respuesta adecuada, el elemento humano es capaz de prever y afrontar con
éxito muchas circunstancias.
Cuando la actitud y aptitud se mezcla en la
formación vial
1. El titular de un permiso o de una licencia de
conducción, así como de cualquier otra autorización o documento que habilite
para conducir, deberá hacerlo con sujeción a las menciones, adaptaciones,
restricciones y otras limitaciones respecto de las personas, vehículos o de
circulación que, en su caso, figuren en el permiso o licencia de conducción…
2.
El conductor de un vehículo queda obligado a estar en posesión y llevar consigo
su permiso o licencia de conducción, así como cualquier otro documento o
autorización que, de acuerdo con la normativa vigente, necesite para poder
conducir. Estos documentos deberán ser válidos, estar vigentes y se deberán
exhibir ante los agentes de la autoridad que lo soliciten. (Artículo 3 del
Reglamento General de Conductores)
Es importante, pues, generar y transmitir un
sentimiento auténtico de responsabilidad personal, donde la identificación del
riesgo vial tiene que ser prioritaria y presumible. A su vez nuestra
responsabilidad como conductores ha de hacernos conscientes de que la
clave para lograr una mayor seguridad en la circulación está en nuestras
propias manos la mayoría de la veces, tengamos o no experiencia, porque lo que
vale es asumir el rol de conductor desde el principio, desde cuando
nos dan carta blanca para conducir con independencia de quien pueda
considerarse en último término responsable del riesgo o incidente que con
ocasión del tráfico se ha originado.
Por otro lado sería conveniente, hacer comprender a
nuestros legisladores y a su vez hacer llegar a la sociedad, que para obtener
un permiso de conducir, desde los conocimientos que se adquieren tras obtener
el permiso de ciclomotor hasta un permiso profesional, el aspirante debe
recibir una enseñanza específica y sin olvidar las clases teóricas necesarias
relacionadas con las actitudes y aptitudes, para que pueda llegar a
comprender, interiorizar y hacerse suya, la práctica de la responsabilidad en
la conducción.
¿Por qué la formación vial no contempla la
posibilidad de dar el curso de recuperación de puntos a los aspirantes al
permiso de conducir de la clase B, por ejemplo? ¿Habrá que empezar por la
formación adecuada sobre las actitudes y comportamientos en la conducción a los
principiantes? En definitiva, todo es cuestión de confianza, previsión,
seguridad… pero sobre todo de responsabilidad, de nuestra capacidad para
reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
Fuente: Circula seguro