En el caso del alcohol, su porcentaje se sitúa en
un cinco por cien y al menos un tres por cien de sujetos eran consumidores de
drogas y alcohol conjuntamente. España es uno de los países con mayor presencia
de drogas en sus conductores según la Comisión Europea. La cocaína, que
tratábamos en nuestro primer artículo, baraja cifras de un 11,3% de presencia
en conductores solo superada por el tóxico que abordaremos hoy, el cannabis, con
un impacto de hasta un 14%. A estos datos hay que añadir una estadística del
Instituto Nacional de Toxicología que revela la presencia de drogas en un 15%
de los conductores fallecidos en el pasado año 2011 por un 11% del año 2004.
Cannabis, historia y procedencia
Estamos delante de una de las drogas más antiguas y
consumidas que se extrae de los brotes floridos de la planta del cáñamo. Una
planta cuyas fibras han sido de utilidad para fabricar ropa, calzado y cuerdas
de la que su semilla es comestible. Ha sido utilizada en medicina y también
como uso lúdico y recreativo. Existen muchos híbridos de las razas puras de
esta planta que suelen ser cultivos artificiales de invernadero en los que se
buscan especies con mayor rendimiento y concentración del principio activo.
Para el cultivo natural su clima óptimo es el húmedo y cálido.
Es posible que su origen tuviese lugar en Asia
Central. Las referencias más antiguas de esta sustancia datan de un libro de
farmacopea hacia el año 2700 antes de Cristo, en el que se la dan atributos
medicinales. Muy usada en pueblos del Extremo Oriente con fines religiosos,
curativos o por su fibra textil de gran resistencia, aunque fue el mundo árabe
cuando adquirió su mayor difusión. Es introducida en Europa por el ejército de
Napoleón y llega a América a través de los españoles dónde su fibra fue muy
utilizada. Actualmente es la droga ilegal más consumida en España y se discute
su papel como puerta de entrada a otras drogas.
Formas de consumo y efectos del “porro”
Las vías más utilizadas en el consumo de este
tóxico son la fumada y la oral en comestibles aunque la primera es más rápida
en su acción. En la planta del cannabis se aíslan muchas sustancias que se
denominan cannabinoides, de las cuales el Delta-9 tetra hidrocanabinol o THC,
es el principal responsable de los efectos psicoactivos. Se puede decir, por su
acción en el sistema nervioso central, que tenemos un hipnótico sedante por un
lado y un alucinógeno por otro.
En todo caso, los efectos dependerán principalmente
de la cantidad de THC. El hachís es una resina con un 10 o 20% de principio
activo que se fuma o se come. Se la suele denominar costo o chocolate y
mezclada con tabaco se le llama porro, canuto o petardo. El más alto contenido
en de THC, entre el 15 y el 30% se presenta en forma de aceite y el más bajo,
sobre el 5%, lo tiene la marihuana, más conocida como hierba o maría. El kifi
por su parte es un preparado a base de hojas de cáñamo y la Grifa se prepara a
partir de las flores secas.
¿Por qué el cannabis y la conducción son incompatibles?
Los efectos del cannabis aparecen rápidamente tras
inhalar el humo de un porro y duran aproximadamente tres horas. Por vía oral se
necesita aumentar la dosis de dos a cuatro veces para presentar los mismos
efectos que fumado. La intensidad de estos efectos, tienen sus variaciones
debido a factores como la calidad de la propia droga o la forma de consumo,
pero el propio individuo se convierte en una variable a tener en cuenta. La
personalidad, el estado de ánimo, si se consume solo o en grupo, en ambientes
conocidos o desconocidos, influyen.
En general, las drogas no sientan igual a todas las
personas. Hay patologías en el consumo que seguramente nos encontraremos más
tarde o más temprano. El consumo de cannabis y sus derivados, suele producir
una lista de reacciones muy larga y que, evidentemente, no se llevan bien con
la conducción. Sensación de bienestar, risa espontánea y alteraciones de la
percepción o atención, pueden pondrán en riesgo la actividad de conducir al reaccionar
más lentamente. Y lo que es peor, reaccionar más lento sin darnos cuenta,
pensando que estamos en plenas facultades.
No hace falta por tanto un consumo abusivo, un
cuadro de abstinencia o una complicación médica típica de consumidores de
muchos años de evolución para que nos afecte realmente. Un consumo puntual, un
porro en una fiesta, y después conducir con somnolencia, relajación y falta de
proceso de la información, multiplica el riesgo de tener un accidente. Y en
consumos crónicos, a parte de los problemas respiratorios, tendremos ansiedad,
confusión trastorno psicótico y aumento de cuadros depresivos, todo esto en la
vertiente psiquiátrica. En el próximo artículo tocaremos las drogas de diseño
Fuente: Circula Seguro
Fuente: Circula Seguro