empatía.
1. f. Identificación
mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
Real
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Cuando hablamos de empatía al
volante, nos referimos a una actitud del conductor que tiene
mucho que ver con esos principios de la conducción que hemos ido enumerando en
los últimos días en Circula Seguro. Confianza, previsión, seguridad y responsabilidad dibujan un escenario actitudinal
difícil de entender si no es con una buena dosis de empatía.
El proyecto Attitudes de Audi ha
hecho públicas esta semana las conclusiones de un amplio estudio sobre empatía
en la conducción que habla de las actitudes de los españoles al
volante. Los datos son elocuentes: un 54 % de los conductores españoles son
empáticos en su vida cotidiana, pero al volante de sus vehículos un 32 % dejan
de serlo y solo un 22 % continúan siendo empáticos.
Sucede con la empatía algo así
como con la cortesía, que ya decíamos semanas atrás que se batía en
retirada a pasos agigantados. Comprender al otro es una de las
virtudes básicas del conductor seguro y eficaz, y de hecho figura entre las
bases de la conducción preventiva. Porque, ojo, empatizar no significa decir a
todo amén. Significa que conducimos con la mirada atenta y las antenas
puestas.
Pero no sólo eso. La empatía se
mide también por el mismo patrón de conducta que aquel dicho que reza: “No
hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti”, y en ese sentido la pérdida
de empatía es lo que ha venido a analizar Attitudes en colaboración
con la Universidad Autónoma de Barcelona en un amplio informe titulado La
empatía y su influencia en la conducción.
¿Conducir
más nos hace más empáticos?
El perfil de los conductores
españoles que pierden más empatía cuando suben al automóvil corresponde a
mujeres que conducen menos de 30 minutos al día y que generalmente van en coche
para llevar a los niños a la escuela o para acudir al médico. En situaciones
como esas, y ante la necesidad de estacionar el coche por un corto periodo de
tiempo, el famoso “momentito“, no les importa dejarlo en doble fila. Así, al
menos, es como lo resumen desde Attitudes.
¿Existe una correlación entre la
frecuencia de la conducción y el hecho de ser más o menos empáticos? Según el
estudio, los conductores menos empáticos son aquellos que usan el coche para
llevar los niños al colegio, mientras que los desplazamientos al trabajo y los
viajes familiares condensan la mayor cantidad de conductores empáticos.
Por cierto, que para la mitad de
los conductores españoles la empatía es un valor positivo para
la seguridad vial. Según explican, puede prevenir la siniestralidad vial, facilita
la fluidez del tráfico y reduce los incidentes en la circulación. Además, con
los números sobre la mesa se aprecia una relación entre conducir de forma
empática y conducir de forma segura y con arreglo a las normas.
Parece que somos más o menos
conscientes de la importancia de la empatía, y sin embargo las acciones de los
conductores poco comprensivos son harto conocidas. Es decir, que se ven a
diario: uso de luces y claxon para presionar a otros conductores,
adelantamientos por la derecha al circular a una velocidad superior a la
permitida, no respetar la distancia de seguridad o conducir con exceso de
velocidad son algunas de las infracciones que recoge Attitudes en su trabajo.
Aunque todo guarda una cierta
coherencia y aunque parece evidente que una persona que no piensa en los demás
poco caso va a hacer a las normas, hay algunos aspectos de todo lo dicho que
pueden quedar algo confusos. ¿Es cierto que una persona que conduce poco piensa
menos en los demás? ¿Tan importante es la influencia que pueda ejercer sobre
ese conductor la falta de hábitos? ¿No es precisamente la falta de empatía el
rasgo de alguien que ha banalizado el desplazamiento en coche?
Más preguntas que quedan en el
aire. Ese perfil tan marcado, con mujeres que son poco empáticas cuando se
ponen a los mandos, ¿es porque en el coche son poco empáticas o porque fuera de
él resultan más comprensivas que los hombres y el diferencial es mayor? Sí,
cuando nos ponemos en la piel de los demás, cuando somos empáticos, también
corremos este riesgo: el de cuestionarnos la realidad de estos datos. Dejando
esto a un lado, lo que parece incuestionable es el papel primordial de
la empatía en la conducción segura.
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