23 de octubre de 2012

¿Drogas en el coche?, tolerancia cero: las drogas de diseño





Seguimos con un nuevo artículo del especial Drogas y conducción que venimos publicando cada semana en Circula Seguro y tocamos en esta ocasión drogas de diseño. Es un tipo de droga muy consumida en España y susceptible de relacionarse con la conducción, ya que se asocia a determinados ambientes festivos sobre todo los fines de semana. Por regla general, muy extendidas entre jóvenes y adolescentes que las mezclan con alcohol, con el agravante de los numerosos fraudes en la composición de estos compuestos.
Debemos mencionar que la base de las drogas de diseño son las anfetaminas, las cuales, fueron usadas como descongestionantes nasales en los años treinta y durante la Segunda Guerra Mundial, se utilizaron para aumentar la alerta, la agresividad y disminuir el cansancio de los ejércitos. Por tanto podríamos decir que estamos frente a un derivado farmacológico aunque sería más correcto mencionar que las drogas de diseño son grupos farmacológicos de síntesis artificial. Lo explicaremos a continuación.

Drogas de diseño, historia y procedencia
Las drogas de diseño son un conjunto de sustancias sintetizadas en laboratorios. El propósito es variar la estructura química y producir efectos más potentes que las drogas clásicas. De esta manera, para su fabricación, no se parte de plantas y elementos naturales como por ejemplo en la cocaína. Son drogas ilegales en las que es difícil el control de su tráfico porque periódicamente se sintetizan formas nuevas.
En Estados Unidos sobre la década de los sesenta, se tienen las primeras referencias sobre producción y tráfico de este tipo de sustancias. En nuestro país, como dato estadístico que proporciona la Memoria del Plan Nacional sobre Drogas, en el verano del año 1987 en la isla de Ibiza, se decomisaron 120 cápsulas de uno de estos tóxicos ascendiendo a 274.000 pastillas requisadas solo seis años después.

Formas de consumo y efectos del éxtasis

Una de las principales drogas de diseño es el MDMA que se hace llamar éxtasisadánpirula o rula. Era un supresor del apetito creado por la industria farmacéutica alemana que fue utilizado en psiquiatría como coayudante de la psicoterapia. Se presenta en forma de tabletas o cápsulas con muchas formas, colores y tamaños diferentes. Su vía de administración, evidentemente, es oral. Tenemos también el MDA o droga del amor en formas similares al éxtasis y que curiosamente tiene escasos efectos sobre el comportamiento sexual.


La metanfetamina o speed es un derivado de la anfetamina que se hace llamar metcristaltiza o hielo por su forma de polvo cristalizado. Se suele fumar o esnifar y produce efectos tóxicos muy potentes. Todas estas drogas comparten estructuras químicas similares y las que citamos son las más habitualmente conocidas. Para resumir, diremos que las principales drogas de diseño se dividen en grupos dependiendo de si son derivados de las anfetaminas del fentanilo y de la fenciclidina, es decir, grupos farmacológicos.


¿Por qué las drogas de diseño y la conducción son incompatibles?
Hay que tener en cuenta que el uso de estas sustancias favorece el desarrollo de lo que en terminología médica se conoce como tolerancia. Esto quiere decir que se aumentan las cantidades consumidas para conseguir el mismo efecto. Si presentamos algún cuadro respiratorio o cardiaco, éstos se verán agravados. En lo referente a la conducción, la incompatibilidad de estos tóxicos tiene su razón de ser por los efectos que producen como euforia, comportamiento impredecible, alteración del espacio-tiempo, visión borrosa, reacciones violentas y sobre valoración de las propias capacidades.
No nos será por tanto difícil, ponernos en situación en esta tesitura. Solo tenemos que pensar cómo conduciríamos bajo los efectos de este tipo de tóxicos en un fin de semana a altas horas de la madrugada, por poner un ejemplo. Las ilusiones ópticas, los deslumbramientos y la visión borrosa pueden jugarnos malas pasadas con el alumbrado público o las luces de otros vehículos. La euforia puede hacer que aceleremos más de la cuenta para pasar ese semáforo en ámbar o que circulemos deprisa al negociar una glorieta.
Volvemos a insistir en que estos efectos son variables dependiendo de la persona receptora pero en todo caso, de consumos puntuales o regulares. En consumos abusivos, que no crónicos, aparecen taquicardias, insomnio, pérdida de apetito, tensión mandibular, movimientos compulsivos y el llamado golpe de calor o choque térmico cuando hablamos sobre todo del MDMA éxtasis. Se provoca un aumento de la frecuencia cardiaca unido a que los vasos sanguíneos contraen y agravado por una disminución de la sensación de calor y sed. La temperatura del cuerpo realmente esta subiendo y es cuando se puede presentar el citado golpe de calor. En el próximo artículo hablaremos sobre los alucinógenos.
 Fuente: Circula Seguro