Seguimos con un nuevo artículo
del especial Drogas y conducción que venimos publicando cada semana
en Circula Seguro y tocamos en esta ocasión drogas de diseño. Es un
tipo de droga muy consumida en España y susceptible de relacionarse con la
conducción, ya que se asocia a determinados ambientes festivos sobre todo los
fines de semana. Por regla general, muy extendidas entre jóvenes y
adolescentes que las mezclan con alcohol, con el agravante de los
numerosos fraudes en la composición de estos compuestos.
Debemos mencionar que la base de
las drogas de diseño son las anfetaminas, las cuales, fueron usadas
como descongestionantes nasales en los años treinta y durante la Segunda Guerra
Mundial, se utilizaron para aumentar la alerta, la agresividad y disminuir el
cansancio de los ejércitos. Por tanto podríamos decir que estamos frente a un
derivado farmacológico aunque sería más correcto mencionar que las drogas de diseño
son grupos farmacológicos de síntesis artificial. Lo
explicaremos a continuación.
Drogas de diseño, historia y
procedencia
Las drogas de diseño son un
conjunto de sustancias sintetizadas en laboratorios. El propósito
es variar la estructura química y producir efectos más potentes que las drogas
clásicas. De esta manera, para su fabricación, no se parte de plantas y
elementos naturales como por ejemplo en la cocaína. Son drogas ilegales en
las que es difícil el control de su tráfico porque periódicamente se sintetizan
formas nuevas.
En Estados Unidos sobre la década
de los sesenta, se tienen las primeras referencias sobre producción y tráfico
de este tipo de sustancias. En nuestro país, como dato estadístico que
proporciona la Memoria del Plan Nacional sobre Drogas, en el verano del año
1987 en la isla de Ibiza, se decomisaron 120 cápsulas de uno
de estos tóxicos ascendiendo a 274.000 pastillas requisadas solo
seis años después.
Formas de consumo y efectos
del éxtasis
Una de las principales drogas de
diseño es el MDMA que se hace llamar éxtasis, adán, pirula o rula.
Era un supresor del apetito creado por la industria farmacéutica alemana que
fue utilizado en psiquiatría como coayudante de la psicoterapia. Se presenta en
forma de tabletas o cápsulas con muchas formas, colores y tamaños diferentes.
Su vía de administración, evidentemente, es oral. Tenemos también el MDA o droga
del amor en formas similares al éxtasis y que curiosamente tiene
escasos efectos sobre el comportamiento sexual.
La metanfetamina o speed es
un derivado de la anfetamina que se hace llamar met, cristal, tiza o hielo por
su forma de polvo cristalizado. Se suele fumar o esnifar y produce efectos
tóxicos muy potentes. Todas estas drogas comparten estructuras químicas
similares y las que citamos son las más habitualmente conocidas. Para
resumir, diremos que las principales drogas de diseño se dividen en grupos
dependiendo de si son derivados de las anfetaminas del fentanilo y de la
fenciclidina, es decir, grupos farmacológicos.
¿Por qué las drogas de diseño
y la conducción son incompatibles?
Hay que tener en cuenta que el
uso de estas sustancias favorece el desarrollo de lo que en terminología médica
se conoce como tolerancia. Esto quiere decir que se aumentan las
cantidades consumidas para conseguir el mismo efecto. Si presentamos algún
cuadro respiratorio o cardiaco, éstos se verán agravados. En lo referente
a la conducción, la incompatibilidad de estos tóxicos tiene su razón de ser
por los efectos que producen como euforia, comportamiento impredecible,
alteración del espacio-tiempo, visión borrosa, reacciones violentas y sobre
valoración de las propias capacidades.
No nos será por tanto difícil, ponernos
en situación en esta tesitura. Solo tenemos que pensar cómo
conduciríamos bajo los efectos de este tipo de tóxicos en un fin de semana a
altas horas de la madrugada, por poner un ejemplo. Las ilusiones
ópticas, los deslumbramientos y la visión borrosa pueden
jugarnos malas pasadas con el alumbrado público o las luces de otros vehículos.
La euforia puede hacer que aceleremos más de la cuenta para
pasar ese semáforo en ámbar o que circulemos deprisa al negociar una glorieta.
Volvemos a insistir en que estos
efectos son variables dependiendo de la persona receptora pero en todo
caso, de consumos puntuales o regulares. En consumos abusivos, que no crónicos,
aparecen taquicardias, insomnio, pérdida de apetito, tensión mandibular,
movimientos compulsivos y el llamado golpe de calor o choque
térmico cuando hablamos sobre todo del MDMA o éxtasis.
Se provoca un aumento de la frecuencia cardiaca unido a que los vasos
sanguíneos contraen y agravado por una disminución de la sensación de calor y
sed. La temperatura del cuerpo realmente esta subiendo y es cuando se puede
presentar el citado golpe de calor. En el próximo artículo
hablaremos sobre los alucinógenos.