10 de febrero de 2011

Los peligros del peatón en la jungla del asfalto

   

Uno se queda perplejo cuando escucha las temibles estadísticas anuales sobre los atropellos, saliendo a relucir la figura del peatón como si fuera una presa fácil. Han conseguido las estadísticas crear un “estatus social” dentro del grupo de riesgo como son los peatones, más conocidos por su vulnerabilidad y no tanto como medio alternativo a expresar su libertad de movimiento. Lamentablemente, se han disparado las cifras sobre atropellos en ciudad.

El desplazamiento a pie, cada día lo tenemos más difícil, a no ser que la circulación peatonal tuviera preferencia como es el caso de las calles habilitadas para viandantes y ciclistas, donde se prohíbe la circulación de automóviles. Algo hemos ganado pero, ¿a cambio de qué?
En un espacio urbano donde es compartido por todos: personas que conducen vehículos con o sin motor y personas andando, tenemos que incrementar nuestra propia seguridad y saber evitar con nuestra conducta un conflicto. Como usuarios todos, tenemos que saber que existe un riesgo y si sabemos adaptarnos a las circunstancias, la convivencia entre todos nos resultaría más fácil.

Si analizamos los casos de atropellos, existen diversas causas, unas que afectan al peatón y otras a los conductores de vehículos, pero nuestra conclusión principal se centra en el daño irreparable originado al transeúnte como conductor de su propio cuerpo y como víctima tras sufrir un atropello. Sin entrar en detalles en cuanto al número de atropellos, se ha demostrado que sigue siendo mayor en ciudad, sin embargo el riesgo de muerte del peatón se multiplica cuando se produce en carretera.

Buscar la responsabilidad de uno u otro, es tarea difícil si tenemos en cuenta que el peatón puede utilizar un espacio en principio reservado para los vehículos, y también que un conductor de vehículos, tenga o no preferencia debe saber, que no circula por raíles y debe ser consciente de que el peatón es un usuario más dentro del escenario vial con todo lo que conlleva. Si como conductores, además de conocer las preferencias de unos y otros sabemos anticiparnos ante una situación de riesgo, posiblemente se eviten muchos incidentes en la vía pública.

De todas maneras, lejos de culpabilizar a unos y a otros, habría que analizar cada caso en concreto, pues como todos sabemos, son tantas las circunstancias como multifactorial son sus causas y complejo su estudio. Lo ideal es buscar soluciones más preventivas y menos paliativas para no dar lugar a las cifras que todos conocemos.

Alguna medida se seguridad, sería limitar la velocidad en zonas de afluencia de viandantes y ciclistas, y por supuesto sancionar a los peatones que crucen por lugar no habilitado en zonas urbanas e interurbanas y sin chaleco de alta visibilidad entre la salida y el ocaso del sol como ocurre en carretera, mejorar en señalización e iluminación sobre todo en las grandes concentraciones de personas, eliminación de obstáculos en las aceras y de las irregularidades en el suelo para evitar caídas, etc.

En definitiva, el éxito de la movilidad radica en hacer un buen uso del espacio que disponemos, haciendo especial mención al factor velocidad, que debe ser moderada en ciudad, especialmente en aquellas zonas donde es más probable encontrar viandantes a nuestro paso.