24 de marzo de 2011

¿Qué nos pone nerviosos al conducir?

Durante estos días han dado la vuelta al mundo mediático las conclusiones de un estudio realizado conjuntamente por Attitudes y la UAB, a partir de las cuales se han elaborado dos titulares:

"El 22 por 100 de los conductores españoles sufren ansiedad al conducir"

"El 51% de los conductores, casi 13 millones, preferiría no coger el coche"

Todo esto nos remite a algo que hemos tratado ya en alguna ocasión: la amaxofobia como trastorno que hace que hasta un 4% de los conductores de nuestro país dejen el vehículo de lado porque sienten miedo a conducir. Sin llegar a esos extremos, sin embargo, uno de cada cinco vehículos está conducido por alguien que experimenta ansiedad cuando está al volante, lo que sin duda se trata de un problema grave para la seguridad vial de todos.

Abundando en los resultados del estudio, sabemos que sufren más las mujeres que los hombres, y que cuanto mayor es la experiencia al volante menor es el temor a la circulación. Pero, ¿cuáles son las causas de este problema tan común? ¿Qué nos pone nerviosos al conducir?

El ritmo de vida puede constituir un factor que incremente la ansiedad al volante. Si vamos todo el día escopeteados de aquí para allá, una de dos: o sabemos aparcar los problemas cuando nos sentamos en el vehículo, o traspasaremos nuestros nervios a la circulación, lo que nos puede llevar a un quebradero de cabeza mayor si acabamos el día chocando contra algo o contra alguien. Sin embargo, no es ese el problema fundamental de quienes se enfrentan a la lucha contra el automóvil.

El temor a la sanción es un comentario que se lee a menudo en la red. Sin embargo, suena casi a disparate que alguien tenga verdadero temor a coger el coche porque es incapaz de observar unas mínimas normas de comportamiento. Es más, si eso es así, casi es recomendable que efectivamente la persona que sienta temor por ser reprendida deje el coche de lado o bien lo emplee en circuitos cerrados, donde pueda hacer lo que verdaderamente le venga en gana.

Precisamente la actitud peligrosa de otros conductores es uno de los principales motivos de que nos pongamos nerviosos al volante, y es lógico. Por mucho que controlemos nuestro vehículo, nunca tenemos el 100% de certeza sobre lo que hará el otro. Solemos apelar al principio de confianza, ese por el cual tenemos derecho a confiar en que los demás respetarán las normas y, por ejemplo, no se nos tirarán encima del coche cuando pasamos. Pero cuando ese principio se ve traicionado por las muchas imprudencias que se ven cometer a diario (y no digamos ya si las hemos sufrido en propias carnes) el principio de confianza cae, dando paso al temor.

Todo esto explica en parte por qué aumenta la ansiedad al conducir por ciudad y en situaciones de tráfico denso, donde la actividad de todos los usuarios de la vía es mayor y más acelerada. En cualquier caso, ante el peligro de dejarlo todo al principio de confianza está la conducción preventiva, esa que parte de la posibilidad de que el otro se equivoque, y que se fundamenta en nuestras capacidades de observación y anticipación y en el dominio que tenemos sobre el espacio que rodea a nuestro vehículo.

Con todo, hemos dado por hecho que teníamos pleno control de nuestro vehículo, y no siempre es así. Una formación adecuada debe dar al conductor los recursos necesarios para que comprenda qué es un vehículo y por qué se comporta como lo hace, pero no todo el mundo sigue un proceso formativo adecuado, así que el miedo a la pérdida de control del vehículo también es un factor que nos hace sentir inseguros de nuestras propias capacidades y, por tanto, temerosos. Esta es la parte de miedo a la conducción que con la experiencia va remitiendo, siempre que no hayamos tenido ningún susto grave que haya minado nuestro principio de confianza en los demás y en nosotros mismos.

Un ejemplo de este temor sería el miedo a conducir bajo condiciones meteorológicas adversas, aunque razonables. Supongo que está claro que cuando hay un temporal de primer orden lo mejor es estarse quietecito en casa a no ser que queramos aparecer en los informativos de ese día. Pero, sin llegar a esos extremos, son muchos los conductores que sienten pánico a la lluvia porque, en el fondo, se sienten pánico a sí mismos como conductores.

Y esa inseguridad que sienten puede verse agravada al viajar con según qué acompañantes. En algunas ocasiones hemos hablado del papel que tiene el copiloto en esto de la seguridad vial, y ese es, de hecho, un factor más que nos pone nerviosos cuando estamos al volante. Porque por buenas que sean las intenciones del que va sentado al lado del conductor, no hay ayuda más desafortunada que aquella que se convierte en un estorbo.

Son estos los ejemplos más habituales de las situaciones que nos causan miedo a la hora de sentarnos al volante.

Y ustedes, ¿le tienen temor a algo? ¿Qué os pone nerviosos al conducir?

Fuente: Attitudes