Celebraciones en fiestas
navideñas: dejemos el alcohol a un lado si vamos a conducir
Cenas con los amigos, encuentros
familiares… durante estas fiestas navideñas puede surgir la tentación. Y es que
todavía son muchos los conductores que deciden ponerse al volante después de
haber consumido alcohol. Por este motivo y debido a las numerosas celebraciones
a las que acudiremos hoy día de noche vieja, es por lo que tanto desde “Seguridad
Vial en la Empresa”, Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación
MAPFRE, como desde esta Policía
Local de Enguera, queremos hacer hincapié en la importancia de la tasa
0,0 al volante. Y no sólo durante la conducción. Debemos tener en cuenta
que muchos peatones son víctimas de atropello por haber consumido alcohol en
exceso. La responsabilidad y la prevención también deben regir durante estas
fechas.
Ponerse al volante tras haber
ingerido alcohol/drogas supone multiplicar el riesgo de sufrir o provocar un
accidente. El alcohol es un claro factor de riesgo en la conducción,
relacionado con un elevado número de siniestros de tráfico en carretera y en
ciudad. Además, no sólo aumenta las posibilidades de sufrirlo sino también su
gravedad.
Por mucho que pensamos que
podemos tomarnos cierta cantidad sin dar positivo, debemos tener en cuenta que
aunque dos personas beban la misma cantidad de alcohol es muy poco probable que
alcancen la misma tasa de alcoholemia o que lo hagan en el mismo momento.
Incluso si es una misma persona la que toma alcohol en dos días distintos, la
tasa de alcoholemia también puede variar.
La absorción del alcohol depende
de la velocidad a la que se beba. Así cuanto más rápido se tome la bebida,
mayor será la velocidad de absorción y la cantidad total de alcohol que pase a
la sangre. También influyen otros factores como las características del
alcohol, si se va con el estómago vacío o lleno, la edad, el sexo y peso de la
persona, la hora del día en que se ingiere… Además, no es cierto que no exista
riesgo de accidente hasta que no se llega al límite marcado de 0,5 gr/l. Antes
de alcanzar esa tasa ya se pueden observar alteraciones en la capacidad para
conducir.
Actualmente la Ley de Seguridad Vial fija que la tasa máxima de alcohol
para conducir es de 0’5 gr/l en sangre y 0’25 mg/l en aire espirado para los
conductores en general. Los conductores noveles y profesionales tienen reducida
su tasa máxima a 0’3 gr/l en sangre y 0’15 mg/l en aire espirado.
Aunque siempre se hace mención a
la importancia de no conducir después de haber bebido. También debemos
trasladar este mensaje al resto de usuarios de la vía, especialmente peatones,
el usuario más débil y que también necesita estar en pleno uso de sus
facultades físicas y mentales para no correr riesgos. Por este motivo, no es
raro ver que algunos peatones son también sometidos a controles de alcohol si
se ven involucrados en un accidente.
¿Cómo nos afecta el alcohol? Una
persona que ha bebido infravalora los efectos y las alteraciones que el alcohol
tiene sobre su rendimiento en la conducción, tiene una falsa seguridad en sí
mismo y sobrevalora su capacidad para la conducción, lo que le llevará a
tolerar un mayor nivel de riesgo. También disminuye su sentido de la
responsabilidad y de la prudencia, aumenta las conductas impulsivas, agresivas
y descorteses, comete muchas más infracciones…
Por todo ello, es importante prevenir antes que
lamentar. Tanto si estamos al volante como si somos peatones, la mejor tasa es
la 0,0.