31 de diciembre de 2015

Hoy dejemos el alcohol a un lado si vamos a conducir

Celebraciones en fiestas navideñas: dejemos el alcohol a un lado si vamos a conducir

Cenas con los amigos, encuentros familiares… durante estas fiestas navideñas puede surgir la tentación. Y es que todavía son muchos los conductores que deciden ponerse al volante después de haber consumido alcohol. Por este motivo y debido a las numerosas celebraciones a las que acudiremos hoy día de noche vieja, es por lo que tanto desde “Seguridad Vial en la Empresa”, Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE, como desde esta Policía Local de Enguera, queremos hacer hincapié en la importancia de la tasa 0,0 al volante. Y no sólo durante la conducción. Debemos tener en cuenta que muchos peatones son víctimas de atropello por haber consumido alcohol en exceso. La responsabilidad y la prevención también deben regir durante estas fechas. 

Ponerse al volante tras haber ingerido alcohol/drogas supone multiplicar el riesgo de sufrir o provocar un accidente. El alcohol es un claro factor de riesgo en la conducción, relacionado con un elevado número de siniestros de tráfico en carretera y en ciudad. Además, no sólo aumenta las posibilidades de sufrirlo sino también su gravedad. 

Por mucho que pensamos que podemos tomarnos cierta cantidad sin dar positivo, debemos tener en cuenta que aunque dos personas beban la misma cantidad de alcohol es muy poco probable que alcancen la misma tasa de alcoholemia o que lo hagan en el mismo momento. Incluso si es una misma persona la que toma alcohol en dos días distintos, la tasa de alcoholemia también puede variar. 

La absorción del alcohol depende de la velocidad a la que se beba. Así cuanto más rápido se tome la bebida, mayor será la velocidad de absorción y la cantidad total de alcohol que pase a la sangre. También influyen otros factores como las características del alcohol, si se va con el estómago vacío o lleno, la edad, el sexo y peso de la persona, la hora del día en que se ingiere… Además, no es cierto que no exista riesgo de accidente hasta que no se llega al límite marcado de 0,5 gr/l. Antes de alcanzar esa tasa ya se pueden observar alteraciones en la capacidad para conducir. 

Actualmente la Ley de Seguridad Vial fija que la tasa máxima de alcohol para conducir es de 0’5 gr/l en sangre y 0’25 mg/l en aire espirado para los conductores en general. Los conductores noveles y profesionales tienen reducida su tasa máxima a 0’3 gr/l en sangre y 0’15 mg/l  en aire espirado.

Aunque siempre se hace mención a la importancia de no conducir después de haber bebido. También debemos trasladar este mensaje al resto de usuarios de la vía, especialmente peatones, el usuario más débil y que también necesita estar en pleno uso de sus facultades físicas y mentales para no correr riesgos. Por este motivo, no es raro ver que algunos peatones son también sometidos a controles de alcohol si se ven involucrados en un accidente. 

¿Cómo nos afecta el alcohol? Una persona que ha bebido infravalora los efectos y las alteraciones que el alcohol tiene sobre su rendimiento en la conducción, tiene una falsa seguridad en sí mismo y sobrevalora su capacidad para la conducción, lo que le llevará a tolerar un mayor nivel de riesgo. También disminuye su sentido de la responsabilidad y de la prudencia, aumenta las conductas impulsivas, agresivas y descorteses, comete muchas más infracciones…

Por todo ello, es importante prevenir antes que lamentar. Tanto si estamos al volante como si somos peatones, la mejor tasa es la 0,0.