30 de enero de 2011

Peatones, el móvil no sirve para cruzar la calle

A continuación reproducimos un artículo muy intresesante publicado en la web "Circula seguro" que trata sobre el tema del uso del móvil por los peatones.

En Nueva York están a punto de no dejar cruzar la calle mientras hablas por el móvil. O mientras escuchas algo en el ipod, o mientras miras la tele, o lo que sea. No quieren que los peatones se distraigan cuando tienen que cruzar la calle, que los atropellos van que vuelan y se han cansado ya de marcar en las estadísticas esa casilla que dice “otro peatón que no miró a su alrededor”.

Y como este tipo de cuestiones las regulan por ordenanzas municipales, en la ciudad que nunca duerme ya prevén para los infractores citaciones judiciales y sanciones de 100 dólares con que sufragar campañas de concienciación sobre el problema de las distracciones de los peatones.

Hasta aquí, la noticia, y a partir de aquí, el debate. Una cosa es que el peatón sea el eslabón más débil de la cadena del tráfico, y otra muy diferente es que al peatón se le vaya la olla por completo y cruce sin mirar ni preocuparse de si viene un coche, como diciendo: “ya se apartarán”.



Antes que conductores, todos somos peatones, y sabido es que la zona de incertidumbre que rodea al peatón, ese área en la que no sabemos por dónde se le ocurrirá moverse, es completamente circular alrededor del viandante, y hasta esférica para aquellos que van dando saltos mientras caminan por la calle como si el mundo entero fuese un chiquipark, que también los hay.

En consecuencia, el conductor debe prever esa aleatoriedad de los movimientos del peatón, moderar la velocidad hasta la detención si es necesario y estar muy atento a lo que hace el peatón. A modo de pauta, yo siempre explico a mis alumnos que deben buscar al peatón, y no esperar a que les salte sobre el capó del coche. Si como conductores buscamos al peatón con la mirada, casi ninguno de los movimientos que realice nos pillará por sorpresa.

Sin embargo, también es obligación del peatón estar al tanto de lo que sucede a su alrededor, y no cruzar por lugares indebidos o peligrosos, y mucho menos sin prestar atención al tráfico. Encerrarse en una burbuja cuando uno va por la calle, y llevar puestos unos cascos o ir pendiente de la pantalla del móvil o de la conversación que mantenemos equivale a eso mismo, es un error que puede pagar caro el peatón… y de rebote el conductor.

Llegados a este punto, no puedo hacer otra cosa que enarbolar un grito de guerra, de guerra contra la estupidez que a veces nos asesora cuando vamos por la calle, ya sea andando o conduciendo:

Sí, conductores, los peatones también somos personas.

Y… sí, peatones, los conductores también somos personas.

Si yo soy consciente de que el otro es tan importante como yo mismo, ya tendré algo ganado. Y si además entiendo que en la calle todos estamos dulcemente condenados a convivir los unos con los otros, con nuestros aciertos y con nuestros errores, comprenderé que el problema de un susto y hasta de un posible atropello no es exclusivo ni del conductor ni del peatón ni de ambos, sino de todos: del conductor, del peatón, de los testigos, de sus familiares, de sus allegados…