Mitos sobre la experiencia al volante: qué aporta y qué no
La
experiencia al volante es un
arma arrojadiza que esgrimen algunos conductores para justificarse, de forma
incorrecta, por sus malos comportamientos al volante. También se utiliza como
base para conducir con mayor confianza, lo cual es un punto a su favor
siempre y cuando no se caiga en el exceso de confianza. Un conductor, por
mucha experiencia que atesore, es un ser humano y por tanto, falible. La experiencia jamás puede sustituir a la atención
sobre la carretera y el volante, a mantenernos en buen estado psicofísico y a mantener nuestro coche y sus
sistemas de seguridad en perfecto estado de mantenimiento.
Somos
humanos, no máquinas
La
experiencia es un grado, pero no es una garantía de
infalibilidad. En el otro lado, las máquinas son infalibles en el
procedimiento, pero fallan si sus componentes se averían. En el medio está la
persona prudente que conoce sus limitaciones y que no apuesta todo a la
experiencia y al “nunca ha pasado nada”. Como decía alguien que no recuerdo, nunca pasa nada hasta que pasa.
El factor humano existe y siempre hay que tenerlo en
cuenta. La carretera puede estar hecha unos zorros, sí, pero si nosotros ignoramos las señales de advertencia en la forma de asfalto roto, si
seguimos como si viajásemos sobre el mejor asfalto del mundo, seguramente
estemos tentando a la suerte. En este caso, el exceso de confianza basado en
la amplísima experiencia deriva en un error humano.
Quizás aquí esté siendo
un poco exagerado. Lo normal es que una amplia experiencia en la carretera
conlleve un cierto número de casos “peliagudos” a la espalda. Quien ha
sentido deslizar las ruedas debido a la falta de adherencia del coche, es alguien que tiene la experiencia y
debería sacar en limpio la enseñanza. La enseñanza puede ser
que hay que estar más atentos, que hay que mantener los neumáticos en
perfecto estado, o que ese color extraño en el asfalto es hielo, y no un
error de Matrix.
¿Qué
debería darme la experiencia al volante?
La
experiencia al volante, y hablo, en este caso, desde
mi propio prisma, debería darnos serenidad.
Debería mantenernos en alerta mientras conducimos, anticipando lo que va a
suceder porque sabemos que va a suceder,
porque ya lo hemos visto, sabemos que aquél conductor está despistado porque
notamos cómo se desvía imperceptiblemente, o de forma clara a veces, y
pensamos que quizás conviene salir pronto de su alcance (por si las moscas).
Sabemos que cuando empieza a llover es el
peor momento en cuanto a adherencia porque puede que nos encontremos con algo de
barro producto del polvo y la suciedad del asfalto, que cuando sigue
lloviendo “se limpia”; sabemos que, por mucho que nosotros respetemos nuestro
carril, en curvas sin visibilidad no es descabellado encontrarnos con
dos ruedas del coche que viene en sentido contrario invadiendo nuestra zona.
Sabemos que, aunque nunca
nos pasa nada, en general sí pasa y cuando circulamos por una carretera de montaña respetamos
el límite de velocidad porque si nos encontramos con un animal
en la carretera, o un tractor a 20 km/h, no ir prevenidos implica
tener un accidente de consecuencias bastante impredecibles.
Lo que la experiencia
jamás nos debe dar es una actitud prepotente y
condescendiente con los demás conductores. Sabemos por experiencia
que un conductor despistado puede que lo esté porque no conoce la ciudad,
porque duda, porque acaba de estornudar (a lo mejor es alérgico,
a lo mejor le ha entrado una avispa y se ha asustado, a lo mejor está
sintiendo un mareo o una indisposición). La experiencia nos ha de permitir
respetar a los demás, no suponer por anticipado que una persona, por el hecho
de ser hombre o mujer, o de un color diferente, va a conducir mal.
La
experiencia nos debe hacer mejores personas al volante, prudentes, con recursos y con
responsabilidad, y si por alguna razón, llegados a este punto, no estamos de
acuerdo en algo, pensemos: ¿de verdad creemos que la experiencia nos da la
razón, preferencia, o derecho para tomar decisiones personales en cuanto a
seguridad vial (velocidad, uso del cinturón, saltarnos unas cuantas normas)?
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