La Seguridad Vial es importante a
nivel global, pero si nos centramos en los niños, la preocupación por
garantizar su bienestar y que dispongan de todas las medidas al alcance para
que resulten ilesos ante un accidente es fundamental. Los sistemas de retención
infantil homologados, sillitas, grupos y demás, son una pieza clave para
garantizar la seguridad de nuestros pequeños.
Como tal, esa necesidad debe
cubrir a todos los niños incluyendo aquéllos que tengan alguna condición
especial, que sufran alguna enfermedad o cuyos cuerpos sean más frágiles o sensibles.
Todos los sistemas de retención deberían garantizar el bienestar de todos los
niños, sin importar su condición física o psíquica, pero esto no siempre se
cumple. Por eso la FUNDACIÓN MAPFRE presentó el pasado martes el estudio “Los
niños con necesidades especiales y su seguridad en el automóvil”, para tratar
de cubrir lo esencial sobre esta difícil materia.
Una de las principales
conclusiones del estudio es clara y concisa:
Sufrir parálisis cerebral, espina
bífida, autismo o incluso ser un bebé prematuro incrementa la inseguridad vial
infantil y el riesgo de tener una lesión grave en un accidente de tráfico si no
se utilizan las medidas de seguridad adecuadas.
En España son aproximadamente
60.000 los menores que entran dentro de este grupo con necesidades especiales,
y por tanto la necesidad de encontrar y definir un marco adecuado para
garantizar su seguridad dentro del coche tiene más importancia de la que podría
parecer a simple vista. No solo se habla de discapacidad, como hemos visto,
sino también de niños prematuros. Niños más pequeños de lo normal, y por
supuesto mucho más frágiles.
La información es clave. Como en
todo lo que se relaciona con la seguridad vial, la información de los
conductores y, en este caso, los padres en general, supone la diferencia entre
llevar u sistema de retención adecuado y no llevarlo. Lejos de intentar
sustituir al personal médico, con el estudio se pretende abrir un debate para
que el asesoramiento cualificado sea una realidad.
Cómo colocar a los niños en sus
sistemas de retención, cuál es la oferta disponible en el mercado sobre los SRI
adecuados, asesoramiento si se trata de necesidades derivadas de una
intervención quirúrgica, o bien si se trata de niños invidentes o sordos, sin
olvidar el complejo caso de los niños con deficiencias psíquicas. De todo esto
se ocupa el estudio, pretendiendo aglutinar todas las referencias posibles de
la literatura específica del asunto que exista en la unión Europea.
Un punto clave para que todos
tengamos una solución al problema (sin por eso sugerir que estos casos se vean
como algo negativo o peyorativo) es entenderlo. Y para entender qué necesidades
puede tener nuestro hijo debemos consultar con el pediatra, entender todos los
detalles sobre la enfermedad o sobre la recuperación, en caso de tener que
pasar una intervención quirúrgica. Puede sonar a tópico, pero en esos casos es
mejor ponerse en manos del personal médico, y no “evitar” la posibilidad de que
el niño utilice un sistema de retención no homologado, o el cinturón de
seguridad: eso es contraproducente.
Hay camino por recorrer, pero al
menos tendremos una serie de pautas y recomendaciones sobre qué hacer si se da
el caso. Es necesario que crezca la oferta de sistemas adecuados, que exista
algún tipo de ayuda a su adquisición, o al menos, una cesión temporal (como a
quién le ceden unas muletas) para pasar el período en el que se vuelven
necesarios.
Sobre todo, lo más importante y
lo que nos da más seguridad es la información. Siempre, información. Solo así
sabremos qué tenemos entre manos, y contaremos con recursos para afrontar
cualquier vicisitud.