Lejos de reducirse, la accidentalidad ciclista se mantiene al alza en los últimos años. El incremento del número de ciclistas urbanos es uno de los motivos que justifican este aumento, pero no el único. Por eso, se antoja necesario fomentar la convivencia. Si nos ponemos en la piel del ciclista, uno de los momentos que más teme todo ciclista, desde el más experimentado al más novato, es el de una caída.
Caerse y levantarse. Dos acciones incluidas de serie en nuestra genética que cualquiera que se hay subido en una bicicleta ha podido experimentar de forma natural. Las consecuencias de una caída en bicicleta pueden variar mucho según dónde y cómo se produzca.
Por eso, vamos a tomar como factor diferenciador y dedicar nuestro análisis, para esta ocasión, a las sufridas sobre asfalto. Y es que, aunque es inevitable encontrar puntos en común, los accidentes en ciudad y carretera en bicicleta suelen tener distintas causas, modos de prevenirlos y repercusiones que los que viven los bikers de MTB.
Accidentes en ciudad y carretera en bicicleta
Pedalear sobre asfalto, tal y como hacen los ciclistas urbanos y los que se mueven por carretera, significa hacerlo integrados en el tráfico y sometidos a la normativa de circulación. Esto, ya de por sí, dibuja un panorama lleno de factores únicos para este tipo de ciclismo.
En el caso de los accidentes en ciudad y carretera en bicicleta, el ciclista cuenta con cierto margen de maniobra para ese desagradable y tormentoso momento que experimentamos cuando sabemos que la caída es inminente y que esta vez no la podremos remediar.
El primero es genuinamente psicológico. Influye en buena medida, no solo la experiencia ciclista, sino el grado de atención que se tenga en los segundos anteriores al incidente y la calma que se logre mantener. El ciclista no se libra de la necesidad de la atención permanente en carretera. En caso de caída, brinda la oportunidad de que los reflejos o incluso nuestra voluntad dirigida entre en acción para evitar consecuencias más graves.
¿Qué hacer en una caída sobre asfalto?
Si no hemos podido evitar irnos contra el suelo, en la medida que el accidente sufrido y sus consecuencias lo permitan, podemos tomar algunas de estas medidas:
1. Keep calm and… actúa
Como hemos mencionado, mantener la calma nos puede otorgar los arrestos necesarios para evitar las diferentes situaciones que pueden darse de forma inmediata. La primera tiene que ver con el tráfico que nos rodea. Es muy importante, en los casos de caídas menos graves, procurar apartarse de la zona por la que circulan el resto de vehículos. De este modo, se pueden evitar males mayores.
2. Comprueba tu estado de salud …and keep calm
Claro que, la primera de las medidas dependerá la mencionada gravedad de la caída. No es lo mismo una caída que causa un rasguño que otra que deja al ciclista inmovilizado por el dolor en el suelo. De ahí la importancia de que los otros vehículos respeten, no solo los 1,5 metros fundamentales, sino el resto de distancias de seguridad recomendables.
Comprobar las consecuencias físicas que la caída ha podido acarrear pasa percibir signos que van más allá del dolor del golpe en sí. Tomándose el tiempo que sea necesario conviene poner atención sobre nuestro nivel de consciencia, el movimiento de las articulaciones, la respiración, la presencia de posibles hemorragias y todo lo que tiene que ver con primeros auxilios. Según la Fundación MAPFRE:
Como consideración genérica, si tras el golpe o caída hay dolor, pérdida de conocimiento, dificultades respiratorias, somnolencia, vómito u otras consecuencias, llame al 112 o acuda al centro sanitario más cercano.
Sin perder de atención otros posibles signos, es más que relevante observar cómo afecta la caída a la zona craneal, cuello y espalda. Constituye un buen síntoma que podamos mover la cabeza mirando hacia los lados, hacia arriba y abajo sin experimentar dolor.
3. Pide ayuda
Aunque nos encontremos bien de forma aparente, conviene dedicar el tiempo suficiente a valorar si necesitamos ayuda. Esto incluye tanto al resto de usuarios de la vía de las cercanías, como el solicitar cuanto antes y de ser necesarios asistencia sanitaria.
4. No te olvides de la salud de tu bicicleta
Si se ha salvado la caída con consecuencias físicas leves y nos encontramos en disposición de continuar la marcha, no hay que animarse a hacerlo sin antes chequear cómo ha afectado la caída a la bicicleta. Es recomendable probar la dirección, frenos, cambios de marchas y resto de componentes. Otro elementos por el que conviene interesarse es el estado de los neumáticos y las cubiertas.
Como se puede comprobar, estas acciones siguen a su vez la línea PAS (proteger, avisar y socorrer) que debemos aplicar en caso de accidente.
Esta es la medida estrella: la prevención
En cualquier caso, evitar accidentes en ciudad y carretera en bicicleta comienza con una actitud de prevención. Conocer y cumplir las normas de circulación es la primera garantía para salvar situaciones que pueden derivar en caída.
Aunque no sea obligatorio su uso en ciudad, el casco es un instrumento imprescindible para asegurar una protección mínima. Igualmente ocurre con la elección de la vestimenta y la equipación. El tipo de bicicleta también influye sobre la accidentalidad. Algunas bicicletas ofrecen más estabilidad y control que otras. Al mismo tiempo se ha de cuidar el mantenimiento de los elementos de la bici que están directamente relacionados con la seguridad.
De la misma manera, resulta aconsejable tomar medidas para aumentar la visibilidad con respeto al resto de usuarios de la vía. Esto se puede conseguir mediante prendas reflectantes, pero también con sistemas de iluminación homologados y permitidos.
¿Ciudad o carretera abierta? ¿En seco o en mojado? El protagonismo del asfalto
Analizado en frío, la caída no es más que una suma de variables desafortunadas que terminan por «empujar» al ciclista al suelo. En ese sentido, existen condicionantes externos que pueden influir y mucho. Hablamos, por ejemplo, de la climatología o de pedalear con el firme húmedo o mientras está lloviendo. Situaciones de esta clase requieren sus propias medidas concretas.
La presencia del asfalto sigue siendo en estos contextos determinante, al tratarse de un suelo más resbaladizo y con menos agarre en mojado, con la incidencia que provoca la grasa proveniente de los vehículos a motor o los resbaladizos pasos de cebra.
No es lo mismo el ciclista de carretera que baja un puerto de montaña que aquel que usa la bicicleta para desplazarse en ciudad. Sin embargo, el estado de la carretera une y afecta a ambos. Esto ocurre incluso en pleno verano. Caer sobre asfalto caliente conlleva una dolorosa penalización añadida a cualquier caída urbana e interurbana.
Resumidas las variables, los ciclistas tienen en su mano conservar el equilibro que les mantenga alejados del pavimento. De aquí se desprende otro de los consejos primordiales con el que cerrar este decálogo: la confianza y la ausencia de miedo en el pedaleo.
Fuente: Circula Seguro