Como peatones que somos todos, en mayor o menor medida, uno de los peligros más
evidentes que nos acechan es el atropello. Tanto si es en ciudad como si es en
carretera, el riesgo de lesiones es muy evidente, pero si nos fijamos en el
daño potencial que podemos sufrir, un atropello en carretera es algo
muy serio, por regla general. Tanto por las condiciones en las que se puede
producir un atropello en carretera o autovía, como por la velocidad media que
llevará el vehículo que nos encontremos en ese caso, un atropello fuera de la
ciudad suele tener consecuencias muy graves, como la muerte.
Por eso
debemos tener muy claro en qué situaciones podemos necesitar apearnos
del coche en la carretera, y debemos observar todas las medidas de
precaución y seguridad que estén en nuestra mano para evitar que un despiste, o
una imprudencia, hagan que todo termine en un golpe, lesiones o consecuencias
más graves. Y, como sabéis, estos días se celebra la Segunda Semana Mundial de
las Naciones Unidas para la Seguridad Vial, por lo que no está de más que
repasemos este tema tan peliagudo.
Apearse del coche en carretera
Casi las
peores condiciones y lugar para detenerse
¿Por qué nos apearíamos del coche en carretera? Lo más inmediato es pensar en una avería, o en un accidente (ya sea una colisión con otro coche, con un animal o con un obstáculo en general). La idea que debemos fijar en nuestra cabeza es que, siempre que sea posible, debemos apartar el coche de la vía principal, bien sea estacionando en el arcén (siempre que no esté prohibido), o saliendo de la carretera o autovía si la situación no nos recomienda inmovilizar el vehículo, normalmente a la espera de que lleguen las autoridades o los servicios de asistencia, tanto técnica como médica.
Sobre el papel
todos sabemos cuándo y en qué condiciones detener el vehículo, y
cómo salir de él: con precaución, con el chaleco reflectante correctamente
vestido, señalizando inmediatamente la situación del coche mediante los
triángulos reglamentarios. Sin embargo, el papel que todos conocemos puede que,
por cualquier motivo, nos lo saltemos. Si viajamos habitualmente, habremos
visto virtualmente de todo en nuestras carreteras. Desde coches parados en el
arcén mientras el conductor resuelve una llamada telefónica (a veces se hace
bien, pero otras se hace mal), personas que detienen su vehículo por alguna
necesidad fisiológica perentoria, o cualquier motivo.
Lo que debemos
tener muy presente es que apearse del coche en carretera es una
práctica que entraña mucho peligro, y un peligro real. Lo segundo es que,
si además tenemos condiciones de visibilidad que no san óptimas, como por
ejemplo que esté lloviendo, que nos encontremos dentro de un banco de niebla,
en un lugar con poca visibilidad (cambio de rasante, una ¡curva!), o de noche,
podemos multiplicar el riesgo real que corremos. En carretera la mayoría de los
atropellos se producen al cruzar la misma o caminar por el arcén, así como si
estamos parados por avería y nos encontramos, por ejemplo, cambiando una rueda.
Como nosotros no
podemos saber cuándo o cómo vamos a sufrir una avería en carretera, debemos
estar siempre alertas y, cuando nos encontremos en esta situación, recordar el
“protocolo” a seguir: detener el coche en condiciones de total seguridad (o de
la mayor seguridad posible según el caso), señalizar mediante los triángulos,
correctamente y con mucha precaución al apearnos (lo primero, el chaleco),
avisar a la grúa o a los servicios de asistencia médica/autoridades si procede,
y esperar en un lugar seguro, a poder ser fuera de la vía.
Yo, además,
hago una recomendación personal, y es que cuando nos encontremos en esta
situación, liberemos nuestra cabeza de cualquier problema ajeno. Esto es así
porque debemos estar muy concentrados en mantenernos seguros, y cualquier
interferencia en forma de problema que nos ronda por la cabeza, cualquier
situación que nos estrese o que nos enfade, puede repercutir negativamente en
la atención que debemos poner a la detención.