19 de abril de 2012

Llegan recortes en vigilancia del tráfico y educación vial

Si hay una palabra que aparece día sí, día también en los medios de comunicación es “recorte”. Estamos en horas bajas y hay que economizar, así que en la DGT hay menos presupuesto este año: 859,58 millones de euros, un 2,73 % menos que en 2011 en el cómputo global de los números de Tráfico, aunque no en todas las partidas se recorta por igual.
Así, algunas de las parcelas donde la disminución de recursos se notará en mayor medida son la vigilancia en la carretera, donde el presupuesto desciende en un 41,2 %, y la Educación y Formación vial, con una disminución del 29,84 %. Y en este último apartado, el capítulo destinado a educación, divulgación e información a través de medios, incluidas las campañas de concienciación, se verá recortado en un 18,32 %.
A pesar de todo esto, desde la DGT aseguran que podrán cumplir con sus objetivos de seguridad vial: disminuir el número de víctimas de tráfico, garantizar la movilidad a través de una adecuada gestión del tráfico y proveer la gestión eficiente, rápida y económica para el ciudadano de todos los trámites asociados a la gestión de la circulación.
El cómo se consigue esto con menos recursos es algo que no se ha revelado, pero estamos en pleno Decenio de la seguridad vial y España tiene que aportar su granito de arena a la disminución de la siniestralidad viaria mundial. Casi 1,3 fallecidos por causa del tráfico y alrededor de 50 millones de heridos viales merecen la consideración de todos los agentes implicados en la lucha contra la siniestralidad vial.
Las dos patas a las que ataca la reducción de presupuesto son especialmente críticas. Con recortes en la Educación y Formación vial, incluidas las campañas de concienciación, poco se ayuda a un necesario cambio de actitudes en muchos conductores y en muchos futuros conductores. Sin conciencia de riesgo, estarán en riesgo.
Una disminución en las partidas destinadas a estos fines podría materializarse en unas pruebas de aptitud más laxas para la obtención del permiso de conducir y en un menor número de impactos concienciadores en los medios de comunicación. Podría. Esperemos que no sea este el caso.
En cuanto a la vigilancia del tráfico, sobra decir que este es otro de los puntales fundamentales de la seguridad vial. Como en aquel esquema de los tres niveles de las medidas preventivas, la vigilancia del tráfico resulta crucial para mejorar la seguridad vial. Una adecuada vigilancia, con personal formado y motivado para que su papel sea el de reconducir los hábitos contrarios a la seguridad, es vital.
Si de esos tres niveles – el formativo, el de la vigilancia y el de la atención sanitaria – reducimos el presupuesto de los dos primeros, ¿qué nos queda? Tampoco el tercer nivel, el asistencial sanitario, porque ese ya es víctima de sus propios recortes.
Pinta mal, por tanto, esta era de los recortes en plena voluntad política de hacer camino al andar en lo tocante a la seguridad vial. Lo uno sin lo otro no es posible. Aguantará durante un tiempo, quizá, pero difícilmente la reducción de las partidas presupuestarias destinadas a la seguridad vial es una solución ante el enorme problema, sobre todo humano pero también de índole económica, que se nos puede venir encima. Este supuesto ahorro para las arcas puede ser pan para hoy y hambre para mañana.