26 de abril de 2012

"Papá, no te distraigas"



Hace muchos años, cuando los coches no eran como los de ahora, lucían en los salpicaderos unos curiosos marcos de fotografía donde los conductores podían ver a sus seres queridos sobre una inscripción que rezaba: “Papá, no corras”. Hoy, el ruego casi se podría cambiar por “Papá, no te distraigas”, a la vista de lo que revela un estudio de la consultora OnePoll.

Nos distraemos al volante, y eso lo ven mejor que nadie nuestros acompañantes. El 45 % de los 500 chicos entrevistados para la ocasión, chavales de entre 4 y 16 años de edad, explicaron que sus padres no se concentraban lo suficiente cuando se ponían al volante. Incluso un 20 % comentaron que sus mayores usan el teléfono móvil mientras conducen.

Hasta aquí, la noticia más positiva posible. Los niños y no tan niños ven que sus padres hacen cosas por las que luego alguien les pregunta en una encuesta. ¿Significa que eso sea una denuncia de los menores hacia sus progenitores? En este caso al menos, no.

¿Dónde está el problema? En que los chicos encuestados manifiestan, en un 98 % de los casos, que están satisfechos con el estilo de conducción de sus padres, y el 94 % de los muchachos se sienten seguros al viajar en coche con ellos. En cuanto a diferencias por género, un 49 % se decanta por el estilo paterno mientras que el 39 % prefiere a su madre como conductora.

¿Adónde nos lleva esto? A la normalidad con la que los chicos aceptan las conductas de riesgo de sus padres. En Circula Seguro siempre hemos defendido la idea de que ellos hacen lo que ven hacer, como en aquel vídeo que ya hemos usado varias veces aquí:

Por lo tanto, no nos engañemos. Que los niños y jóvenes vean que los comportamientos de sus padres no son los más adecuados desde un punto de vista de la seguridad vial no supone, de momento, que estos testimonios sean críticos con lo que sucede a su alrededor. Quizá incluso suceda lo contrario: que se banalice el tema de la seguridad si no se afronta de una forma metódica.

Y sabemos que un joven que no tiene conciencia de riesgo se convierte en un joven en situación de riesgo. Hace un par de años mencionábamos un estudio de FUNDACIÓN MAPFRE en el que un 61% de los conductores jóvenes veían muy poco probable la posibilidad de pasar a formar parte de la siniestralidad vial. Si ahora sabemos que casi la mitad de los niños y jóvenes ven actitudes poco seguras y las dan por aceptables, todo parece indicar que nos encontramos ante un panorama que por el momento no mejora.

La educación vial, para estos casos, es mucho más que necesaria. Sólo con una debida actuación sobre los valores que mueven a los chavales, y también a sus padres, se puede dar la vuelta a la situación. Por eso, más que preguntar a los niños por cómo está el problema, quizá valdría la pena ahondar en proyectos como el de los Agentes Cebra, que van en la línea de trabajar todos a una por la mejora de la seguridad vial en el seno de la familia.