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Es bueno repasar, después de leer
este artículo, aquéllas cosas que más nos molestan a la hora de conducir,
y contrastar las sensaciones.
Cede
el paso
Llegas a un punto en la ciudad en
el que por delante de tu vehículo ves que hay un semáforo cerrado y una pequeña
cola de coches. Casi a tu altura ves que hay una pequeña calle que desemboca en
la que tú recorres, y un coche esperando incorporarse. ¿Qué haces? Puedes
ignorarlo y ponerte a la cola (con lo que a lo mejor se queda
bloqueado esperando que se libere una cola que sigue creciendo detrás de
ti), o puedes perder un puesto y dejar que pase y se sitúe
delante en la cola.
Si decides lo primero, no estarás
haciendo nada malo desde el punto de vista del código, pero estarás
“fastidiando” un poco al otro conductor, que puede que se lo tome bien, pero
también puede pensar que eres un poco maleducado. Para ti, perder una
posición en una cola de un semáforo no significa nada (no, no
significa nada), pero puedes tener un buen gesto con otra persona con mucha
facilidad.
Eso sí, tampoco hay que pecar
de ingenuo y dejar que se aprovechen otros de nuestra buena voluntad.
En el equilibrio está la virtud.
No
presiones, no toques el claxon, no des luces
Piensa que cada persona puede
tener sus propios problemas, y circunstancias, que le lleven a circular más
lento en determinado momento. Por defecto no debemos presionar a los
demás conductores, sobre todo si están cumpliendo las normas. Me estoy
refiriendo a, por poner el ejemplo, que nos encontremos un coche a 70 km/h por
una carretera de 90, de un solo carril por sentido, y línea continua. ¿Vamos a
“pitar”? ¿Dar luces? No va tan lento como para ser un obstáculo, y puede que
sea por un buen motivo (su motivo).
Acciones como pegarse
al parachoques trasero, dar luces insistentemente o apretar el claxon a todo
trapo son contraproducentes y no dicen nada bueno de nosotros. Ya llegará el
punto en que se pueda adelantar (verás como te lo facilita… o no, pero eso ya
es otro tema). Como leí una vez en un cartel que llevaba un camión: “Si tienes
tanta prisa, madruga más”.
El claxon, por cierto, no sirve
para increpar a nadie, sino para alertar sobre un potencial peligro que es
difícil de evitar (un peatón se lanza a cruzar con sus cascos y mirando el
smartphone), o a veces para indicar la intención de adelantar (como una ráfaga
corta de luces). El resto de usos… uno nunca sabe por qué hay un atasco, por ejemplo.
Facilita
los adelantamientos, facilita la vida a los demás
Ahora somos el “lento”. Por
cualquier motivo circulamos a menor velocidad de la que marca el límite de la
vía, y los demás vehículos nos alcanzan. En una autovía es bastante sencillo
facilitar los adelantamientos a los demás, pero en una carretera a veces podemos
poner algo de nuestra parte, como ceñirnos a la derecha del carril para
dejar más margen a los demás.
Con las motos podemos ser
amables, también. O “sobre todo”. Me da igual si una vez vimos “un caso
de un motorista que…“: el hecho es que si nos quedamos en aquél caso
particular, y lo generalizamos, estaremos haciendo que otros motoristas que son
respetuosos y mejores conductores, sufran nuestras iras. Y sí, el motorista
puede pasarte por la derecha o la izquierda en el semáforo, ¿tanto te cuesta, ya
que lo ves acercarse, hacerle hueco si tienes espacio?
La moraleja de
todo esto es que los problemas los debemos dejar en casa, y nadie tiene que
aguantar la descarga de nuestras frustraciones. Nosotros no somos jueces, ni
agentes de la ley, y debemos limitarnos a conducir lo más seguros posible. A
veces es mejor contar hasta cinco antes de increpar a alguien, porque al llegar
a cuatro entenderemos sus razones, o bien ya habrá dejado de actuar como íbamos
a censurar.