17 de agosto de 2015

Algunos simples gestos que puedes hacer para favorecer el tráfico




 Cada conductor tiene todos los días muchas oportunidades de aportar su granito de arena y favorecer el tráfico. No es nada que nos saquemos de la chistera, sino más bien una realidad que está ahí fuera. Que consideremos que nuestros simples gestos no van a aportar nada al tráfico total, global y salvaje, es otra cosa. Nuestros cerebros no están diseñados para entender que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero. Nos creemos demasiado poco decisivos para lo que nos conviene, igual que nos creemos imprescindibles o decisivos para lo que queremos.
Es bueno repasar, después de leer este artículo, aquéllas cosas que más nos molestan a la hora de conducir, y contrastar las sensaciones.
Cede el paso
Llegas a un punto en la ciudad en el que por delante de tu vehículo ves que hay un semáforo cerrado y una pequeña cola de coches. Casi a tu altura ves que hay una pequeña calle que desemboca en la que tú recorres, y un coche esperando incorporarse. ¿Qué haces? Puedes ignorarlo y ponerte a la cola (con lo que a lo mejor se queda bloqueado esperando que se libere una cola que sigue creciendo detrás de ti), o puedes perder un puesto y dejar que pase y se sitúe delante en la cola.
Si decides lo primero, no estarás haciendo nada malo desde el punto de vista del código, pero estarás “fastidiando” un poco al otro conductor, que puede que se lo tome bien, pero también puede pensar que eres un poco maleducado. Para ti, perder una posición en una cola de un semáforo no significa nada (no, no significa nada), pero puedes tener un buen gesto con otra persona con mucha facilidad.
Eso sí, tampoco hay que pecar de ingenuo y dejar que se aprovechen otros de nuestra buena voluntad. En el equilibrio está la virtud.
No presiones, no toques el claxon, no des luces
Piensa que cada persona puede tener sus propios problemas, y circunstancias, que le lleven a circular más lento en determinado momento. Por defecto no debemos presionar a los demás conductores, sobre todo si están cumpliendo las normas. Me estoy refiriendo a, por poner el ejemplo, que nos encontremos un coche a 70 km/h por una carretera de 90, de un solo carril por sentido, y línea continua. ¿Vamos a “pitar”? ¿Dar luces? No va tan lento como para ser un obstáculo, y puede que sea por un buen motivo (su motivo).
Acciones como pegarse al parachoques trasero, dar luces insistentemente o apretar el claxon a todo trapo son contraproducentes y no dicen nada bueno de nosotros. Ya llegará el punto en que se pueda adelantar (verás como te lo facilita… o no, pero eso ya es otro tema). Como leí una vez en un cartel que llevaba un camión: “Si tienes tanta prisa, madruga más”.
El claxon, por cierto, no sirve para increpar a nadie, sino para alertar sobre un potencial peligro que es difícil de evitar (un peatón se lanza a cruzar con sus cascos y mirando el smartphone), o a veces para indicar la intención de adelantar (como una ráfaga corta de luces). El resto de usos… uno nunca sabe por qué hay un atasco, por ejemplo.
Facilita los adelantamientos, facilita la vida a los demás
Ahora somos el “lento”. Por cualquier motivo circulamos a menor velocidad de la que marca el límite de la vía, y los demás vehículos nos alcanzan. En una autovía es bastante sencillo facilitar los adelantamientos a los demás, pero en una carretera a veces podemos poner algo de nuestra parte, como ceñirnos a la derecha del carril para dejar más margen a los demás.
Con las motos podemos ser amables, también. O “sobre todo”. Me da igual si una vez vimos “un caso de un motorista que…“: el hecho es que si nos quedamos en aquél caso particular, y lo generalizamos, estaremos haciendo que otros motoristas que son respetuosos y mejores conductores, sufran nuestras iras. Y sí, el motorista puede pasarte por la derecha o la izquierda en el semáforo, ¿tanto te cuesta, ya que lo ves acercarse, hacerle hueco si tienes espacio?
La moraleja de todo esto es que los problemas los debemos dejar en casa, y nadie tiene que aguantar la descarga de nuestras frustraciones. Nosotros no somos jueces, ni agentes de la ley, y debemos limitarnos a conducir lo más seguros posible. A veces es mejor contar hasta cinco antes de increpar a alguien, porque al llegar a cuatro entenderemos sus razones, o bien ya habrá dejado de actuar como íbamos a censurar.