El frío altera nuestra seguridad en carretera. Propicia una gran cantidad de situaciones que pueden derivar en riesgo para la seguridad vial. Una de las menos conocidas tiene que ver con la utilización de los sistemas de retención y las prendas de invierno o abrigo. El uso del cinturón no encaja muy bien con la voluminosidad de ciertas capas. Es una cuestión que se agudiza si hablamos de sistemas de retención infantil (SRI) o sillitas infantiles.
En la relación entre invierno, vestimenta y coche se antoja necesario buscar el mejor modo para conciliar una conducción que resulte lo más protegida y cómoda sin que suponga un riesgo añadido para la seguridad vial.
El abrigo y el cinturón son, ya de por sí, malos compañeros
Desde la Fundación MAPFRE nos explican por qué es importante despojarse del abrigo para conducir con seguridad. Este consejo parte del mismo Reglamento General de Circulación. Aunque no existe una prohibición expresa, la norma suscita este inconveniente en el artículo 18:
El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos.
Según la Fundación MAPFRE, esa libertad de movimientos puede verse contrarrestada por abrigos o chaquetas. Aparte de esto, el cinturón de seguridad ha de estar bien ceñido al cuerpo para posibilitar un protección efectiva. Los abrigos, sobre todo los más gruesos, no permiten que el cinturón de seguridad quede correctamente abrochado, limitando su eficacia en caso de accidente.
Sistemas de retención infantil, mejor sin abrigo
En el caso de los sistemas de retención infantil y el abrigo de bebés y niños, la cuestión se complica. Y es que la conducta lógica como padres y adultos es tratar de proteger a los pequeños del frío invernal. Las bajas temperaturas e inclemencias que se encuentran a diario muchos, por ejemplo a la hora de entrada a los colegios y otros centros, contribuyen a que se usen más prendas de las que serían recomendables desde la perspectiva de la seguridad vial.
Aunque pueda parece impensable introducir a un bebé en un coche a las ocho y media de la mañana sin abrigo, la recomendación así lo indica. Existen otros modos para paliar el frío que no merman tanto la seguridad. Hablamos, por ejemplo, de utilizar alguna manta ligera, sustituir las prendas de abrigo más gruesas por otro tipo de vestimentas menos voluminosas pero eficaces contra el frío y/o preparar el vehículo antes activando los sistemas de climatización para elevar la temperatura antes de que se monten bebés o niños.
Desde la Fundación MAPFRE se recomienda a los padres que comprueben la seguridad de las sillas infantiles en invierno cuando los niños viajen con prendas de abrigo. En muchos casos, la tensión de los cinturones de las sillas queda de manera incorrecta. Por este motivo, también se recomienda que vayan sin él en las sillitas, para que queden bien sujetos.
¿Por qué es más peligroso que viajen con abrigo?
Las consecuencias para el pequeño en caso de accidente pueden ser diversas en función de diferente variables. El principal riesgo de que el niño lleve abrigo en su sistema de retención infantil tiene que ver con el acolchado de la prenda. Este genera una espacio “vacío” entre el cuerpo del niño y los cinturones de seguridad de la sillita.
En algunos casos, el abrigo obliga, además, a extender la longitud de los cinturones para encajar al pequeño. Si se produce una colisión frontal y los cinturones no están todo lo tensos que deberían, una de las posibles consecuencias es que el menor se escurra hacia adelante perdiendo la sujeción de los cinturones. Se trata de una situación muy peligrosa para la seguridad del menor por el riesgo que entrañaría para el cuello y la columna.
Por el contrario, un niño desprovisto de abrigo tiene un contacto más estrecho entre su cuerpo y el sistema de seguridad, con lo que la presión y sujeción que ejerce el cinturón es más eficaz y el deslizamiento hacia adelante se torna improbable.
Por eso, es importante entender el funcionamiento de los sistemas de retención. La seguridad de los mismos varía según factores como la colocación (a contramarcha es siempre mejor) o la sujeción ISOFIX, entre otros muchos. En el caso de los abrigos, está más que comprobado que suponen un riesgo añadido. Este se puede evitar de forma sencilla con otras soluciones simples que permiten mantener al niño abrigado, sin perder seguridad o comodidad.
Fuente: Circula Seguro