17 de diciembre de 2012

La Navidad, los factores de riesgo y la falta de conciencia de riesgo



Un año más, nos acercamos a la Navidad, esa época que nos hace vivir una amalgama de sensaciones. Alegría, felicidad, nostalgia, tristeza, depresión. Hay de todo en Navidad, cada uno vive esta época a su manera, buscando ese difícil equilibrio entre la celebración y las ganas de que todo haya pasado ya para volver a la rutina que nos da sensación de seguridad, de que por fin todo vuelve a ser como siempre.
Y mientras todo eso sucede, la siniestralidad vial se cierne sobre el aumento de desplazamientos propios de estas fechas. La DGT se encargará de elaborar notas de prensa que los medios difundirán para recordarnos, un año más, que hay que ir con ojo en la carretera. De forma paralela, aquí y allá se escuchan consejos genéricos: cuidado con el tráfico, no bebas, usa el cinturón.
Pero, ¿por qué es necesario hacer hincapié, una vez más, en los riesgos del asfalto?
Comencemos por el principio, aunque a veces nos parezca algo demasiado básico y casi evidente. Hace ya años, tuve un profesor de Economía que me amonestó por usar el adjetivo evidente en un informe: “Lo que para ti es evidente quizá no lo sea para los demás”, me dijo, y tenía toda la razón del mundo. Comencemos desglosando el principio, eso que para algunos es evidente y para otros, precisamente porque no lo es, se convierte en la causa de su siniestro vial.

No son casuales sino causales
La siniestralidad vial es una lacra, todo un quebradero de cabeza para las sociedades del mundo entero. Sin embargo, que sea una lacra no significa que los siniestros sean algo inevitable, que sean fruto del azar o de extrañas maquinaciones del destino. No son casuales.
Cogerás el coche y morirás, como en una maldición de cuento infantil, con su bruja Piruja y su cesto de manzanas rojas en forma de coches que se estrellan en mitad de la Nochebuena. Tuvo mala suerte, se comió un árbol, como si el Gordo de Navidad le hubiera caído encima y lo hubiera dejado sepultado en la nieve. Como si hablásemos de… accidentes, de sucesos que no se pueden prever. Ocurrió y ya está.
Pues no. Ni magia ni suerte: factores de riesgo. Fuera de los factores de riesgo sí que hablaríamos de algún que otro accidente, asuntos casi propios del azar (casi). Iba conduciendo y le sorprendió una nevada de la que nadie le avisó, patinó y tuvo un accidente imprevisible. Bueno, se puede aceptar. Pero de ninguna manera sería accidente salir con el coche cuando la nieve ha comenzado ya a cubrir las carreteras. En el primer ejemplo hay una cierta casualidad (y aun así…); en el segundo, causalidad.

Factores de riesgo y causas del siniestro
Hay, pues, factores de riesgo. Algunos dependen directamente del conductor: alcohol y otras drogasenfermedades  y   medicamentosfatigacansancio y sueñoatención y distracciónvelocidad inadecuada.
También quedan asociados quienes controlan estos factores, como la Policía en el caso de los controles de velocidad o de alcoholemia, por ejemplo. Si no hay controles de velocidad en los puntos negros, difícilmente se controla ese factor de riesgo allí donde quizá resulta más necesario. Por ejemplo.
Otros factores se asocian al vehículo, pero en su mayor parte dependen bien del conductor, bien del propietario del vehículo, e incluso de quienes han intervenido sobre el vehículo: fabricante, mecánicos, inspectores de vehículos… Hablamos de problemas relacionados generalmente con neumáticosfrenos y suspensión.
El estado de las luces y los parabrisas juegan en otra liga, pero también están ahí.
¿Y los accidentes por fruto del azar? Bueno, quizá si de repente se parte un palier sin causa aparente… ¿De verdad se puede partir un palier sin causa aparente? Ahora he recordado una anécdota que nos explicaba un profesor de Mecánica. Un palier roto en un coche que cada día quedaba aparcado junto a la costa. El salitre se había comido el palier del lado más cercano al mar. El otro estaba bien.

Otros factores se asocian a la vía, con su señalización y su climatología (sollluvianieveviento). En el ejemplo del señor que había fallecido por salir con su coche a la calle y le sorprendió la nevada, habría que ver en qué estaban pensando los hombres del tiempo de nuestro país y los medios de comunicación. Bueno, sí, quizá por esa razón hay meteorólogos que se curan en salud y nos hacen esperar el armagedón de la nieve cuando en realidad no hay razón para tanto.
El caso es que hay factores de riesgo, no cuestiones de magia o azar; y el caso es, también, que detrás de cada factor de riesgo hay seres humanos. Y como son humanos, pueden fallar. Es entonces cuando sobreviene el siniestro: cuando las circunstancias superan las capacidades que tiene el ser humano que hay detrás del factor de riesgo o factores de riesgo concurrentes, porque más que causal… la siniestralidad vial suele ser multicausal.


Contra el factor de riesgo, la medida preventiva
Tenemos ya el esquema de los factores de riesgo y tenemos ya planteada la cuestión del errare humanum est aplicada a la carretera. Además, tenemos que la siniestralidad difícilmente viene por un solo factor de riesgo. Un conductor con alcoholemia en un día lluvioso y con los neumáticos sin presión de inflado suficiente. O un conductor que está al 100% con un coche recién sacado de fábrica que se enfrenta a un cruce sin visibilidad donde la señal de stop queda oculta por las ramas de un árbol.
¿Quiere todo decir esto que como hay tantos factores de riesgo en suspensión y tanta humanidad suelta podemos acabar mal el día cuando vamos a bordo de un vehículo?
Ha llegado el momento de hablar de las medidas preventivas, que son nuestra herramienta para combatir los factores de riesgo: si bebes, no conduzcas. Si ves que vas demasiado rápido o demasiado lento, adecúa tu velocidad. Si temes por el estado de tus neumáticos, casi que los revises. Si nieva a lo bestia, tómate un caldo. Y así, con cada factor de riesgo.
Quizá, después de todo, sea esa la razón por la que los hombres del tiempo de nuestro ejemplo de antes se curaban en salud. Quién sabe. Lo que está claro es que las medidas preventivas nos ayudan a combatir los factores de riesgo. Por eso, cada campaña de lucha contra un factor de riesgo (más de uno no, por favor, que perdemos el foco) debería ir acompañada de la correspondiente medida preventiva.
Por eso, un eslogan como “Si bebes, no conduzcas” es redondo.

La falta de conciencia de riesgo es un riesgo
Y tras explicar lo (casi) evidente, llegamos por fin a la cuestión de fondo. ¿Por qué cada año, todos los que hablamos sobre Seguridad Vial, tenemos que volver a explicar todo esto? Muy sencillo: porque si no lo hacemos, habrá alguien más que perderá la vida en la carretera. Y ahora ya tenemos claro que perder la vida en la carretera no es cuestión de azar sino de saber identificar los factores de riesgo y anteponer la medida preventiva más adecuada según el caso.
¿Cuál es el principal problema de la siniestralidad vial en estas fechas tan señaladas? Ni más ni menos que la falta de conciencia de riesgo. Tenemos tan asumido que salimos de casa con el coche para estar allí a las dos del mediodía, que ni se nos pasa por la cabeza anteponer medidas preventivas a cada factor de riesgo que se nos presenta por el camino.
El problema de fondo es que damos por supuestas demasiadas cosas, en vez de trabajar por ellas.
Es por eso, y no por meter miedo a nadie, que conviene tener presentes los factores de riesgo propios de la conducción, anteponer las correspondientes medidas preventivas y, haciendo un ejercicio de principio de confianza, esperar que los demás hayan leído también este artículo, no vaya a ser que sean ellos los causantes de un siniestro vial.