Fatiga, cansancio y somnolencia son factores de riesgo que persisten en seguir con nosotros con el paso de los años. Pese a que existen sistemas ADAS capaces de detectarlos, su implantación obligatoria no comenzará hasta 2022. A la espera de comprobar cómo incidirán, los conductores seguirán recurriendo a fórmulas clásicas como las bebidas con cafeína.
Estas constituyen un aliado casi imprescindible para los conductores de este milenio. Uno o dos cafés nos hacen capaces de mantener el cansancio a raya durante no pocos kilómetros. De este modo, reducen distracción y fomentan el buen hábito de la atención permanente.
Sin embargo, no todo consumo de cafeína puede llegar a ser beneficioso. Relacionado con la conducción y la seguridad vial, existen claroscuros que conviene conocer. Y es que una ingesta indiscriminada de café puede provocar el efecto contrario e, igualmente, no todos los refrescos que contienen cafeína potencian la conducción segura. De ahí que nos preguntemos hasta qué punto cafeína y bebidas energéticas pueden ayudarnos.
Cafeína y bebidas energéticas: hacia un consumo inteligente
No nos engañemos. El café y otras bebidas no son un sustituto del descanso. Aunque este no es una habilidad en sí para la conducción, es el verdadero remedio para fatiga, cansancio y somnolencia. Según conocimos tras el último Eurobarómetro de la Fatiga, el 5,2% de los europeos reconoce que casi siempre se queda dormido en un viaje largo. Uno de cada cuatro de estos conductores admite conducir sin detener el vehículo durante periodos superiores a las cuatro horas.
Este tipo de datos avivan el debate sobre si se debería obligar a descansar cuando se realizan viajes largos. Efectivamente, el café puede ayudar a reducir los estragos de la somnolencia o el cansancio, pero con unos límites que los expertos han definido.
¿Cómo actúa la cafeína cuando conducimos?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria confirma que hay una relación directa entre el consumo de cafeína y una mejor atención. Del mismo modo, existen numerosos trabajos científicos que corroboran que la cafeína contribuye a que estemos más despejados y alerta en situaciones como la conducción no habiendo dormido lo suficiente.
El motivo es que la cafeína, en apenas un cuarto de hora, influye sobre nuestro sistema nervioso central bloqueando los receptores de la adenosina, una de las moléculas responsables del sueño. Al mismo tiempo, actúa sobre la dopamina, otro neurotransmisor muy relacionado con el placer. En función de la dosis y del organismo que la reciba, sus efectos pueden extenderse hasta seis horas.
¿Son las bebidas con cafeína y las bebidas energéticas drogas?
Hasta aquí todo son grandes ventajas. Sin embargo, contamos con un «pequeño» inconveniente. La naturaleza de la cafeína (y también de la teína y de la teobromina del cacao) la sitúan dentro de las xantinas. Estas sustancias se categorizan como drogas si nos atenemos a una estricta escala científica.
No en vano, la DGT las incluye dentro de su guía sobre conducción, drogas y medicamentos. En la misma se apunta a que un consumo inadecuado de cafeína al volante puede provocar que te sientas «más agitado, más nervioso y más irritable, por lo que en determinadas situaciones puedes responder de una forma impulsiva, o incluso agresiva».
Disminuirá tu sensación de fatiga y tu somnolencia, aunque pasadas unas horas estas pueden reaparecer, sorprendiéndote durante la conducción (efecto rebote).
Como es lógico, estas consecuencias se producen con el abuso del consumo de cafeína, que puede tornarse en adicción. Las autoridades sanitarias aseguran que un consumo diario de hasta cuatro tazas es seguro para la salud y, a la vez, puede generar cierta dependencia. Es decir que, llegados a esa frontera, muy probablemente se haya de aumentar la dosis para lograr los mismos efectos beneficiosos.
Otro síntoma perjudicial derivado del abuso es el diurético. Este lleva consigo la deshidratación, que influye de forma especial sobre la conducción.
Hidratación y bebidas energéticas
Un último trabajo de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) y el European Hydration Institute nos habla de lo crucial que supone mantenernos hidratados. Según su estudio un nivel de hidratación insuficiente lleva a cometer errores similares a los que producirían cuatro vasos de vino.
Por eso, los científicos responsables de este informe sugieren que estemos pendientes de hidratarnos, limitando a un par de cafés diarios el consumo de cafeína. Al mismo tiempo, desaconsejan cualquier tipo de bebida energética.
El principal problema de las bebidas energéticas es que presentan dosis demasiado elevadas y combinadas de cafeína, taurina y azúcares. Un consumo, digamos que poco planificado, puede llevar a provocar angustia, temblores, taquicardia o ansiedad. Esto por no hablar de la perniciosa relación entre el alcohol y otras drogas con la cafeína y las bebidas energéticas (y, por cierto, la cafeína no ayuda a enmascarar o reducir los niveles de alcohol en sangre).
Todo en su justa medida
Después de todo, puede parecer una cuestión compleja. Sin embargo, el día a día de cada conductor le permitirá comprobar hasta qué punto el café o los refrescos con cafeínas pueden ayudar. La principal recomendación parte de ser conscientes de qué bebidas y alimentación en general inciden en el modo en el que conducimos.
En ese sentido, está demostrado que una mala alimentación reduce nuestra actividad cognitiva. Al mismo tiempo, el café es una buena herramienta, pero no la única para combatir fatiga y somnolencia, sobre todo cuando afrontamos viajes largos.
Fuente: Circula Seguro