El cinturón de seguridad es el sistema de seguridad
activa más efectivo de todos los que se han inventado para los automóviles
hasta el momento. Habrá discusiones, y es cierto que no es infalible (porque
nada lo es), pero las cifras son las que son: sin cinturón de seguridad habría
todavía más muertos en accidentes de tráfico o lesiones más graves.
Hay que tener presente que la función del cinturón
de seguridad es retener a los ocupantes del vehículo lo más pegados al asiento
posible, evitar o reducir los golpes contra elementos del interior del coche y
evitar que salgan despedidos fuera del mismo. En muchos países su uso es
obligatorio, y en España también, en todo tipo de carreteras, urbanas e
interurbanas, y en todas las plazas del coche, tanto delante como detrás.
El cinturón de seguridad pasó de la aviación a la
automoción. Los primeros eran de dos puntos de anclaje. En primer coche en
montar cinturones de seguridad fue el Tucker Torpedo de 1948, o al menos el
primero en proponerlo, pues se fabricaron muy pocas unidades. Fue en 1959
cuando se inventó el cinturón de seguridad de coche de tres puntos de anclaje,
en esencia el mismo que seguimos utilizando hoy en día. Se lo debemos a un
ingeniero de Volvo.
Para que el cinturón de seguridad sea más efectivo
debe de ir bien colocado. La banda horizontal del cinturón debe coincidir con
la parte baja del abdomen, quedando ambos extremos, izquierdo y derecho sobre
los huesos de la cadera. Que la banda esté por encima de la barriga no es
apropiado. La banda diagonal debe de cruzar el tórax y el extremo superior debe
coincidir en mitad del hombro, ni más abajo, ni más arriba. Se debe evitar que
coincida sobre el cuello, para ello se regula su altura sobre el pilar B, el
montante intermedio del coche.
El cinturón de seguridad debe de quedar ceñido a
nuestro cuerpo, pero sin que nos apriete tanto como para que nos no deje la
movilidad suficiente para conducir o vayamos incómodos. No debe de quedar
holgado pues pierde efectividad, debido a que en caso de deceleración brusca se
pierde un tiempo muy valioso en tensar y recoger el exceso de cinturón y cuando
nuestro cuerpo se llega a retener ha avanzado más distancia hacia adelante
fruto de la inercia de la que sería deseable.
Con el uso y los años pueden surgir problemas
Como cualquier otro elemento, para que el cinturón
de seguridad siga siendo lo más eficaz posible hay que cuidar de que permanezca
en un estado óptimo. Es casi inevitable que con el uso y el paso de los años
pueda deteriorarse y puedan surgir algunos problemas.
Uno de los más habituales tiene que ver con el
sistema de auto-enrollado o recogido del cinturón cuando nos lo quitamos, que
también lo tensa ligeramente para que se ajuste a nuestro cuerpo cuando lo
llevamos puesto. Es el sistema denominado como carrete inercial.
Dentro del carrete hay un resorte que se encarga de
tirar del cinturón para enrollarlo y que quede recogido, y no colgando
extendido. Pues bien con los años este sistema puede perder fuerza y dejar de
realizar su función. Esto que puede parecer una tontería, y que solo nos
afectaría desde un punto de vista de la comodidad, no lo es, y también afecta a
la eficacia y seguridad.
Cuando nos ponemos el cinturón, si este no se
tensa, y se queda con mucha holgura, como hemos explicado antes, no nos retiene
con la misma efectividad. Si estamos siempre atentos y no nos olvidamos de
ello, podemos apañarnos tensando nosotros mismos a mano el cinturón, ayudando a
que se recoja y nos quede ceñido.
Este problema puede ser debido a dos causas, o bien
acumulación de suciedad, sobre todo polvo, en el carrete de recogido, o bien
porque el resorte que se encarga de aplicar la fuerza para que se enrolle ha
perdido elasticidad y tensión.
Algo que deberíamos hacer cada cierto tiempo es
limpiar por ambas caras el tejido de la banda del cinturón de seguridad. Con un
cepillo no muy duro se puede retirar bien el polvo. Si utilizamos un aspirador
con cepillo tanto mejor. Si el cinturón está muy sucio se puede emplear una
bayeta que no suelte pelusas o una esponja suaves humedecidas en agua con algo
de limpiador jabonoso “neutro” (o sea, un limpiador que no sea muy fuerte, por
ejemplo unas gotas de lavavajillas diluidas en agua pueden servir).
Si limpiamos el cinturón con agua, debemos secarlo
bien antes de que se enrolle. En el mercado hay algunos productos que dicen
lubricar los cinturones, sin manchar, y repeler además el polvo. En principio
los fabricantes de coches no recomiendan utilizar ningún tipo de producto
químico más allá de un jabón suave, y nunca usar productos corrosivos o
disolventes.
Si la limpieza no es suficiente para mantener en
correcto estado el sistema de auto-enrollado, no quedará otro remedio más que
cambiar la pieza en cuestión por una nueva. Lo recomendable es acudir a un taller.
No hay que dudar en sustituir un cinturón si se
detectan daños
Otro de los problemas que puede aparecer es el
desgaste, roce o deshilachado del tejido de la banda del cinturón de seguridad.
El uso frecuente y el roce con ciertos elementos, pueden hacer que aparezca
alguna zona dañada. Por ejemplo puede producirse por el roce del cinturón
contra una cremallera metálica de un abrigo, o contra la hebilla de un
cinturón, o el daño fortuito producido si un día pillamos el cinturón con la
puerta al cerrar (que puede pasar sin querer, pero pasa).
La recomendación es observar toda la banda del
cinturón cada cierto tiempo, y en todas las plazas del coche, para localizar
posibles daños de esta índole. Es difícil evaluarlo, pero si se encuentra algún
daño así, lo mejor es consultar con el taller, y si es preciso se deberá
cambiar el cinturón entero. Este tipo de daños reduce la sección resistente del
cinturón, y puede implicar que ante una retención muy fuerte la banda ceda y no
soporte el mismo esfuerzo. Es mejor prevenir que lamentar.
Son algo menos habituales los daños relativos a los
anclajes del cinturón, pero nunca está de más echarles un ojo de vez en cuando.
En el lado exterior, en la parte inferior, suele haber un tornillo o barra de
anclaje. Por mero control visual podemos ver si hay alguna holgura anormal o
problema.
También conviene fijarse en el anclaje interior, es
decir el cierre donde se introduce y engancha la hebilla metálica. Conviene
comprobar que la hebilla entra sin dificultades, y que se queda enganchada
oyéndose el “click” característico. Se pueden dar unos tirones para comprobar
que no se suelta sin más. También hay que verificar que el botón de desanclaje
funciona bien al pulsarlo, rápido y sin atascarse, para poder soltarse el
cinturón con rapidez si fuera necesario.
Por último, es recomendable probar que el sistema
de retención del cinturón, el que se correspondería con la parte superior
detrás de nuestro hombro, aunque oculto a la vista realmente llega hasta abajo,
funciona, bloquea y retiene el cinturón si damos un tirón con la mano o
simulamos con el cuerpo que nos vamos hacia delante como pasaría en una
frenada.
Si detectamos cualquier problema en alguno de estos
puntos, debemos acudir a un taller y se deberá sustituir la pieza defectuosa.
Es una cuestión de seguridad propia en la que no deberíamos escatimar.
Por último debemos tener presente que si hemos
sufrido un accidente, aunque no sea muy grave, como un frenazo muy brusco, o un
pequeño alcance, que haya podido suponer una tensión muy alta sobre la banda
del cinturón, puede haberse producido una extensión del tejido que también lo
daña, y tiene que cambiarse. Del mismo modo, si nuestro coche monta un sistema
de tensores pirotécnicos, hay que mirar si se han disparado y en tal caso
sustituirlos, pues son de un solo uso. En los dos casos la recomendación es
acudir al taller.
Fuente: Circula Seguro