Se sabe que la elevación de las
temperaturas máximas y mínimas sobre las habituales de una zona, tiene efectos
directos sobre la salud de su población. Los periodos con temperaturas elevadas
favorecen las enfermedades ligadas al calor (agotamiento por calor, golpe de
calor) aunque la mayor parte de los problemas de salud que se registran
durante los periodos de calor excesivo son debidas a la agravación de
enfermedades existentes, fundamentalmente cardiocirculatorias y respiratorias.
El grupo de mayor riesgo frente a los efectos del calor, lo constituyen las personas de edad avanzada, sobre todo aquellas mayores de 75 años. Los niños pequeños, especialmente los menores de cuatro años, las personas obesas y los indigentes constituyen otros grupos de población de riesgo, en donde también cabe incluir a aquéllos que consumen alcohol de manera excesiva.
Recomendaciones
nutricionales ante una ola de calor
Puesto que las personas mayores
son más vulnerables a la deshidratación como resultado de una menor sensación
de sed, menor eficacia de su función renal y los fármacos que incrementan la
pérdida de agua, es preciso sugerir que aumenten su ingesta de líquidos.
Las necesidades diarias de agua
en el anciano se estiman en 20-45 ml/Kg de peso corporal, recomendándose una
ingesta media de 2 litros diarios:
- 1 ml/Kcal consumida en condiciones normales
- 1,5 ml/Kcal consumida cuando las necesidades están
aumentadas: intensa actividad física, sudoración, fiebre, quemados y otras
enfermedades.
Las recomendaciones nutricionales
para combatir y tratar la deshidratación son las siguientes:
- Favorecerse la ingesta regular de agua: de siete a
ocho vasos diarios facilitando su disponibilidad, mediante jarras o
dispensadores en lugares de cómodo acceso para los residentes y personal
sanitario.
- Se sugiere, como método de registro más seguro para
los residentes de mayor riesgo el empleo de botellas de agua etiquetadas e
individualizadas.
- Incrementar la ingesta de alimentos líquidos, salvo
indicación médica específica, tales como: sopas, gazpacho, zumos, leche,
infusiones, helados de hielo, ofreciéndolos de manera periódica y
repartida a lo largo del día.
- En el caso de los líquidos más concentrados como
zumos o gazpachos se puede emplear agua o hielo para diluirlos.
- Con el fin de reponer las sales minerales sería
conveniente disponer de bebidas isotónicas, tipo Isostar o Aquarius,
destinadas a residentes de alto riesgo, o bien prepararlas con los
siguientes ingredientes:
- 1.5 litros de agua ligeramente fría.
- Zumo de 1 limón.
- 1.5 cucharadas soperas de azúcar.
- ½ cucharadita de sal (un pellizco).
- ½ cucharadita de bicarbonato.
- Se puede añadir sacarina para saborizar.
- Administrar los líquidos a temperatura adecuada,
sin que estén excesivamente fríos, de modo periódico y repartido a lo
largo del día, reforzando además las tomas de media mañana, merienda y
recena.
- Facilitar la ingesta de líquidos en función de la
dependencia del residente:
- Emplear pajitas en caso de debilidad muscular o
cualquier tipo de incapacidad.
- En caso de disfagia o intolerancia a líquidos se
emplearán espesantes, gelatinas o bebidas espesadas para obtener la
textura adecuada y asegurar la hidratación.
- Realizar un correcto reparto de macronutrientes,
siendo la distribución adecuada la que sigue: 50-55% del volumen
energético total (V.E.T.) de hidratos de carbono, 30-35% V.E.T. de
lípidos y un 12-15% V.E.T. aportado por las proteínas.
- Aumentar el consumo de frutas, especialmente
aquellas más acuosas como melón, sandía, piña, peras de agua.
- Incrementar el consumo de verduras en general,
priorizando las verduras crudas en forma de ensalada, sopas frías,
gazpacho, zumos (tomate, zanahoria)
- Evitar comidas demasiado copiosas, siendo
preferible aumentar el número de tomas diarias disminuyendo su volumen, lo
cual hará necesario fraccionar la ingesta en 5 o 6 tomas diarias según el
esquema que sigue: desayuno, media mañana, comida, merienda, cena y
recena.
- Evitar, o en todo caso reducir, el consumo de
alimentos muy condimentados y elaborados como salsas, fritos, rebozados,
siendo preferible el empleo de técnicas culinarias sencillas como
hervidos, asados, plancha, al vapor.
- Situaciones como diarrea, estados febriles o empleo
de diuréticos deben vigilarse especialmente puesto que pueden favorecer
cuadros de deshidratación.