Los relojes se adelantan una hora
la madrugada del domingo
Cada último fin de semana de
marzo, coincidiendo con la madrugada del sábado al domingo a las 2.00h, entra
en vigor lo que se conoce como horario de verano.
Dicho horario, que consiste en ir
2 horas por delante del GMT (horario medio de Greenwich) se mantendrá en Europa
hasta el último fin de semana de octubre, cuando volverá a entrar el horario de
invierno, que se corresponde con 1 hora más que el GMT.
Por tanto tendremos que
adelantar nuestros relojes y a las 2 pasarán a ser las 3.
Lo que se busca con este cambio
horario es el ahorro energético, haciendo para ello coincidir lo máximo posible
las horas de luz solar con el horario laboral. Piensen que en estos momentos ya
se estaba haciendo de día alrededor de las 7 de la mañana, y si siguiéramos con
el horario invernal, en pleno mes de junio amanecería sobre las 5 de la
madrugada, una hora a la que la mayoría de los mortales estamos durmiendo. De esta
forma, adelantando nuestros relojes hacemos que no amanezca tan temprano y
además alargamos las horas de sol por las tardes, con el consiguiente
aprovechamiento de la luz solar para nuestras actividades.
Las primeras referencias acerca
del cambio horario las encontramos en el S-XVIII, concretamente en 1784, cuando
el científico estadounidense Benjamín Franklin en base a la idea del
aprovechamiento diurno de luz natural planteó adelantar los relojes una hora
durante el verano, a fin de aprovechar mejor la iluminación natural y así
consumir un menor número de velas para alumbrarse durante la noche. No obstante
no llegó a ponerse en práctica. Más tarde, en 1905 el constructor inglés
William Willett concibió el horario de verano durante un paseo a caballo previo
al desayuno, cuando se sorprendió pensando cuántos londinenses dormían durante
la mejor parte de un día de verano.
A raíz de la 1ª guerra mundial y
con el propósito de ahorrar combustible, el kaiser Guillermo II de Alemania
decretó el inicio del cambio de hora el 30 de abril de 1916, que también se
aplicó a sus aliados y las zonas ocupadas, siendo los primeros países europeos
en emplear el horario de verano. Varios países beligerantes y neutrales de
Europa les siguieron. Estados Unidos al igual que España no lo hicieron hasta
1918.
Durante muchos años no existió
una regulación conjunta acerca del cambio horario, y cada país fue adoptándolo
o no de acuerdo a sus intereses. Así, por ejemplo en España no se produjo dicho
cambio horario entre los años 1950 y 1973.
Fue una nueva crisis energética
la que hizo que esta medida que tiene como principal objetivo el ahorro
energético saltara de nuevo a la palestra. En 1973 los países miembros de la
OPEP impusieron un embargo petrolero de importantes consecuencias económicas,
por lo que las naciones industrializadas comprendieron la urgencia de impulsar
medidas del cuidado de la energía, que al mismo tiempo permitieran reducir la
fuerte dependencia que actualmente se tiene de los combustibles fósiles, tales
como el petróleo y el gas. De esta forma, a partir de 1974 comenzó a
generalizarse el cambio de hora. Bien es cierto que no todos los países del
mundo adoptan este horario, e incluso no en todos los que lo adoptan entra en
vigor en la misma fecha (por ejemplo en EEUU ya se cambió el horario el pasado
13 de marzo)
Es por tanto una medida que tiene
como fin el ahorro energético, y a tenor de los datos que proporciona el IDAE
(Intituto para la diversificación y el ahorro energético) parece que los
resultados son concluyentes: en nuestro país, el ahorro en iluminación en el
sector doméstico por el cambio de hora durante los meses que tiene efecto; es
decir, desde final de marzo hasta final de octubre, puede representar un 5%. Si
el consumo medio de una familia española es de 3.200 kWh., el ahorro sería de
más de 6 € por hogar y más de 60 millones de euros para el conjunto de ellos. A
ello habría que sumar, procedente del sector de comercio y servicios, un ahorro
del 3% (más de 6 millones de €) en concepto de reducción de consumo de aire
acondicionado. En global se calcula que el ahorro energético en nuestro país se
sitúa en torno a los 300 millones de €, con el consiguiente descenso en
emisiones a la atmósfera.
En otro orden de cosas, mucho se
habla todos los años de cómo afecta el cambio horario a nuestra salud. La
verdad es que según la inmensa mayoría de los estudios, tan solo aparecen
problemas menores asociados a trastornos temporales del ritmo biológico regido
por la insolación que, ocasionalmente, pueden derivar en alteraciones
hormonales. Aunque bien es cierto que este tipo de alteraciones suele
compensarse a los pocos días de haberse producido el adelanto horario, de modo
que los ritmos de luz solar y el reloj interno que interviene en la liberación
de hormonas que participan del ciclo sueño-vigilia tienden a acompasarse. Así
que, en la mayoría de las personas, el efecto no va más allá que el de tener
una hora menos para dormir el próximo sábado por la noche.