3 de noviembre de 2012

No llevar el cinturón de seguridad elimina la posibilidad de recibir indemnización


No por ser algo de Perogrullo, deja de sorprender. El hecho: un hombre que solicitaba indemnización por los daños sufridos en un accidente de coche ve cómo esa indemnización le es denegada… porque no llevaba puesto el cinturón de seguridad. ¿Sorprendidos? Seguramente el único sorprendido sea el hombre accidentado.
Los hechos ocurrieron en Portugal, allá por el año 2004, y para mí, más que la noticia en sí, me interesa la aparente tozudez del accidentado a la hora de reclamar algo que, por lógica, no le pertenece.
Y es que el sentido común es el menos común de los sentidos. Ya sea en Portugal o en la Cochinchina, póngase usted el cinturón. Es como si usted, en pleno alarde, hace malabarismos con un revólver cargado y bien preparado para dispararse: si se autolesiona no será por más culpa que la suya. Por proceder de manera negligente. Y, de acuerdo, los coches no son armas, pero no son una broma.
Una negligencia es un descuido, o falta de cuidado. Esa es la definición de la RAE, y yo añadiría, además, que la negligencia podría ser algo involuntario, o bien algo que llevamos a cabo de forma descuidada siendo muy conscientes de lo que hacemos. Un albañil subido a un andamio a 10 alturas, sin casco y sin arnés, actúa de forma negligente. O más bien, irresponsable. No tengo muy claro la diferencia exacta, pero creo que todos nos entendemos.
Circular sin cinturón de seguridad está prohibido en España. En Portugal también es obligatorio. Existen normas, y si un buen hombre (a lo mejor no tanto) se salta a la torera la norma, lo lógico, lo justo, es que no tenga el aplomo (por llamarlo de alguna manera) de exigir indemnizaciones y compensaciones por las secuelas de un accidente que bien podía haber evitado de llevar puesto el cinturón de seguridad. Y me refiero a los cortes y magulladuras resultado de haber atravesado el parabrisas tras el impacto.
Ocurre que es muy común exigir satisfacción aún sin haber cumplido con el sistema. Que las normas parecen un adorno molesto, pero que los derechos son algo que no se debe negar a cualquier buen ciudadano. Pero claro, buen ciudadano se puede ser de forma subjetiva (todos lo somos), o bien de manera objetiva, cotejando nuestros actos con el conjunto de normas que se titulan “Sociedad”.
Siento mucho las secuelas que sufrirá este hombre, pero espero que la próxima vez que piense en circular sin cinturón se refiera al que le sujeta los pantalones.