«¿Estás loco o qué te pasa? ¡Sal del coche si te atreves!», estas y otras perlas suelen salir disparadas de boca de muchos conductores en nuestro país. Todos tenemos a algún conocido que se transforma radicalmente al volante, expresando agresividad frente al resto de usuarios y conduciendo de forma temeraria. La violencia vial se manifiesta de diferentes maneras, pero en cualquiera de sus formas hace de la circulación en la carretera un riesgo absoluto.
¿Por qué somos agresivos al volante?
Ya sea por disputas con otros conductores o peatones, bocinazos por las congestiones del tráfico en hora punta o por una conducción a velocidades poco responsables, la violencia vial refleja un egocentrismo excesivo de muchos conductores. Pero, ¿por qué el coche saca lo peor de nuestro interior?
Por un lado, la conducción parece ser una expresión de nuestras capacidades o habilidades como seres humanos. Conducir bien o mal es una circunstancia que se expone al juicio de cualquiera y, por supuesto, a su propio criterio. Además, en muchos casos denota connotaciones sobre la reafirmación de la masculinidad y egolatría que derivan en expresiones machistas.
La violencia vial es también consecuencia de una sociedad invadida por el estrés cotidiano. Una epidemia que afecta a los individuos ocasionándoles ansiedades o frustraciones, además de una actitud de estar constantemente «a la defensiva». Además, los motivos de tanta agresividad sobre ruedas son dispares, pero coinciden en que siempre es culpa de los demás, dejando poco espacio a la autocrítica.
La conducción agresiva multiplica por 10 el riesgo de sufrir un accidente
Lo más preocupante no es tanto que exista, como que cada vez existe más y más. El estudio Influencia de la agresividad en los accidentes de tráfico elaborado por el Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (INTRAS), mantiene que circular bajo este tipo de actitudes provocadoras multiplica por 10 el riesgo de sufrir un accidente con víctimas y por 30 el riesgo de sufrir un siniestro con heridos graves. Ya no es solo una falta de civismo, sino un peligro para todos.
Por su parte, la OMS ha señalado que cada año más de 1.300.000 personas fallecen como consecuencia de siniestros en el tráfico y más de 50 millones de personas sufren traumatismos, es decir, se ha convertido en uno de los más graves problemas de salud pública a nivel mundial. El estudio anterior destaca que casi 300.000 conductores muy agresivos reconocen haberse visto implicados en siniestros de este tipo en los últimos cinco años. Por lo que desde luego podemos establecer una vinculación directa, convirtiendo a la violencia vial en la primera causa de muerte violenta en el mundo generando más víctimas y familias damnificadas que las mismas guerras y muchas más que los ataques terroristas.
Por último, y sobre todo entre los jóvenes de 18 y 30 años conforma la primera causa de muerte en el mundo. Nada menos.
¿De qué formas se manifiesta la violencia al volante?
Como hemos comentado anteriormente, la violencia vial responde causas muy variadas y se expresa de formas muy diferentes, pero el perfil al que responde es muy concreto. Normalmente estamos hablando de adultos jóvenes, hombres y con estudios que viven en grandes núcleos urbanos. Este conductor reacciona más de manera más vehemente y agota antes su paciencia contra mujeres y conductores noveles.
Por regiones, los conductores habitantes en las grandes capitales de provincia confiesan una mayor impaciencia e irascibilidad al volante. Entendemos que esto es provocado por el estrés, la mayor densidad de tráfico y las interminables jornadas laborales.
Podemos encontrar manifestaciones de violencia vial en la propia conducción con aceleraciones bruscas y arriesgadas, entradas y salidas rápidas de la calzada, tocar la bocina del automóvil excesivamente, no respetar la distancia de seguridad para resultar amenazante, y formar congestión vehicular bloqueando accesos de autopistas o arterias importantes. La velocidad excesiva es otra forma de violencia que no sólo pone en riesgo al que conduce, si no también al resto de conductores responsables.
Pero también existe violencia vial de forma más explícita con gestos obscenos con las manos, amenazas y exabruptos verbales, agresiones físicas al vehículo de otra persona, peleas en plena vía, amenazas con armas de fuego o llevar a cabo una persecución para cobrarse la venganza por una provocación.
Conducir habiendo consumido alcohol o drogas no sólo es una irresponsabilidad que pone en riesgo a todos, sino también es considerada como una forma de violencia vial.
Consecuencias de conducir de una forma violenta e irresponsable
Si nos vamos a los casos más extremos podemos entrar a valorar las lesiones físicas independientemente de su gravedad. Para prevenir posibles agresiones, muchos conductores optan por bloquear las puertas de sus vehículos mientras conducen en congestiones vehiculares.
La violencia vial está considerada un delito grave, ya que se pone en peligro la integridad física de las personas; sin embargo, las penas que reciben los agresores son de grado menor, como multas o presidio leve, a no ser que existan lesiones a terceros o en el caso de lesiones fatales u homicidios.
Conducir de forma violenta, agresiva o intimidatoria es una vía de escape errónea a través de la cual se intenta dejar salir el desahogo personal, la reafirmación de uno mismo y una necesidad de dar lecciones al resto que puede tener consecuencias mucho más graves de las que creemos. Al volante, responsabilidad y civismo.
Fuente: Circula Seguro