El correcto mantenimiento y el buen estado de los elementos de un vehículo influyen positivamente en nuestra seguridad al volante. Dejar pasar los años y los kilómetros sin cuidar nuestro principal medio de transporte puede acabar con nosotros conduciendo como Pedro Picapiedra (en el mejor de los casos). De igual manera que ocurre con nuestros teléfonos, ordenadores u otras herramientas de uso cotidiano, una limpieza y revisión general cada cierto tiempo no sólo permitirá que disfrutemos de ellas más tiempo, sino también mejor.
Mantenimiento y seguridad, condenados a entenderse
Ahora que se acercan las vacaciones de Semana Santa y nos podemos permitir disfrutar de un impás antes de la llegada del calor y el buen tiempo, es buen momento para aprovechar a preguntarle a nuestro coche qué tal se encuentra. Quizá hace ya tiempo que no visita el taller, que sus neumáticos no tienen una presión adecuada o que hace ruidos extraños. Si además estás decidido a marcharte unos días de viaje, resulta imprescindible poner a punto nuestro coche.
El estado de la vía, el del conductor y el del vehículo son factores claves a la hora de prevenir un siniestro. Siempre es buen momento para realizar una revisión, independientemente de la edad del coche o del trayecto a realizar. Poner en marcha un vehículo deficiente supone un esfuerzo adicional para él que puede reducir nuestra seguridad a sus mandos.
La crisis económica ha lastrado en gran medida la edad de nuestro parque móvil, en el que encontramos coches más antiguos y menos seguros en circulación, razón por la cual resulta más importante garantizar su buen funcionamiento. Desde la Dirección General de Tráfico, informan que la edad media de los vehículos involucrados en accidentes con víctimas en 2017 fue de 12 años.
Cuándo realizar el mantenimiento básico esencial
Por todo ello, es necesario dar un paso adelante e incorporar a nuestro día a día un mínimo de atención al mantenimiento de nuestro coche: pequeños pasos cada poco tiempo nos puede ahorrar un disgusto a más largo plazo. Cuestiones como en nivel de los líquidos, la presión de las ruedas y los elementos de visibilidad pueden ser algunos de los grandes olvidados, a pesar de su relevancia en la prevención de los accidentes de tráfico.
1) A revisar de forma frecuente
Como decimos, en primer lugar, nos gustaría destacar la importancia de regular a unos niveles estables el líquido de refrigeración o anticongelante. Si el motor no está bien refrigerado puede sufrir un sobrecalentamiento, por lo que es recomendable acudir a un técnico para revisar el estado general del sistema (del radiador, de los manguitos y de posibles fugas). Así nos aseguraremos unas felices vacaciones.
La presión de las ruedas supone un factor importante a tener en cuenta durante la revisión de los neumáticos, en los que debemos asegurarnos de su puesta a punto una vez al mes. Aunque existen ocasiones en que la única solución posible es sustituirlos por unos nuevos. Esto puede suponernos un gasto de unos 60 euros, pero así evitamos la cristalización de las gomas debido a las inclemencias climatológicas, probabilidades de reventón, reducción del agarre o falta de precisión en los giros.
No olvidemos revisar que todas las luces del coche funcionan correctamente, especialmente si vas a viajar de noche. Esto incluye las de posición, las de cruce, las de carretera, las antinieblas, las de freno y los intermitentes.
2) Una vez al año no hace daño…
El filtro del aire es recomendable cambiarlo anualmente, y decimos “cambiar” y no limpiar, pues resulta mucho más efectivo, más aún en estos tiempo de alergias. Un filtro sucio puede provocar mala combustión (introduce más combustible y menos aire), por la obstrucción que ejercen las impurezas.
Las escobillas de los limpiaparabrisas, desde el punto de vista de la responsabilidad, es obligatorio cambiarlas anualmente puesto que la goma se endurece y no limpia bien, con sus graves consecuencias en términos de visibilidad.
Continuando con el asunto “líquidos”, el aceite y el filtro de aceite, se deben renovar de igual modo de forma más o menos habitual. De este modo impedimos que el aceite se licúe, perdiendo sus propiedades provocando una mala lubricación y un desgaste prematuro de las piezas metálicas. Con un nivel aceptable de pureza del aceite mantendremos también el motor limpio.
Las pastillas de freno son otro de los elementos que, por su uso, más se deterioran y más en peligro pueden ponernos. Para sustituirlas en casa es necesario quitar las ruedas para acceder a su posición, aunque en un taller pueden resolverlo de forma más profesional. Cuando las pastillas se desgastan, debemos hacer más esfuerzo al frenar, se recalientan y resulta más difícil refrigerar, provocando así consecuencias en otros aspectos del coche. El líquido de frenos y las bujías hay que sustituirlos. En cambio, para el disco de frenos y los amortiguadores solo será necesaria una revisión para comprobar sus estados.
Un servicio de mantenimiento anual en un taller mecánico puede rondar los 120 euros aproximadamente.
3) A partir de los tres años o cada 80.000 kilómetros
Estas comprobaciones requieren ya de una inspección técnica profunda, es decir, no dependen tanto del cuidado diario por nuestra parte. Existen elementos “invisibles” que pueden fallar y es en un taller en donde pueden revisar su estado. Hablamos, entre otros casos, del tubo de escape y sus niveles de emisiones, pero también las correas. En el caso de las correas de servicio, pueden dejarnos sin dirección asistida y en el caso de la correa de distribución de goma puede cuartearse y provocar daños irreversibles en el motor.
Además, un buen estado del sistema de aire acondicionado y de calefacción permite preservar su funcionamiento en el tiempo. Por su parte, los airbags tienen un período de revisión cada 5 años, al igual que la batería o los cinturones de seguridad.
Fuente: Circula Seguro