Tres palabras, dos de ellas con significado claro, que forman un todo que pocas
veces se interpreta bien. “Ceda el paso” es una señal de tráfico, es una
orden, y a la vez es una recomendación de conducta por parte del conductor que
se la encuentra de frente. Cuando uno se encuentra un ceda el paso, lo primero
que debe pensar es que, en la zona de influencia de la señal, no tiene
prioridad. Y de la prioridad llevamos unos días hablando, y tenemos claro
que es un concepto complejo.
Además existen situaciones en las
que no hay señal de ceda el paso, pero sí hay obligación de ceder el paso: ante
un paso de peatones hemos de ceder el paso a los susodichos, si es que están en
disposición de cruzar la calle; en un cruce que no esté regulado por
semáforos debemos ceder el paso a los que ya se encuentren en
la vía principal en una incorporación a una vía principal no tenemos
prioridad de paso a no ser que se nos indique lo contrario (y normalmente hay
señal que lo regula, ya sea vertical o en la propia calzada, y muchas veces es
una señal de STOP). ¿Cuál es el problema? Que muchas veces la indicación de
ceder el paso se convierte en un “yo llego primero y me cedes tú el paso a
mí“. Y hay carreras para llegar a las rotondas.
Si no me falla la memoria hemos
hablado varias veces de ceder el paso a vehículos y a peatones.
Comentamos en ocasiones que no ver la señal de ceda el paso no implica que
no debamos ser cuidadosos en un cruce, básicamente porque el conductor que
sí debe ceder el paso se lo puede saltar, bien por un problema, bien porque no
lo ha visto, o por cualquier otra razón en la que no entro. Desgraciadamente,
en muchos puntos de nuestra geografía podemos leer, a la entrada de las
rotondas y bajo una señal de ceda el paso, un letrero que reza “usted no
tiene la prioridad“. Increíble.
Hace falta, en ocasiones, añadir
a la señal la frase que ya todos deberíamos saber: ha de cederse el paso a
quienes están en la rotonda, ha de saberse específicamente que no
tenemos prioridad de paso cuando entramos en una rotonda, sobre los
que ya están dentro… y a diario vivimos situaciones en las que un coche entra
en la rotonda cuando nosotros, dentro de ella, estamos llegando a su posición;
mientras circulamos por el interior vemos cómo el coche que se aproxima no se
detiene, sino que ya tiene el morro dentro cuando acabamos de pasar, y vemos
por el retrovisor cómo si, en caso de un problema, el que fuese, el coche,
camión o moto nos impactaría en la parte trasera.
Es frecuente ver cómo un
conductor apura, o utiliza el carril izquierdo para no ceder el
paso al peatón que cruza y que no puede hacer otra cosa que esperar, y
también increpar mentalmente al desconsiderado. Porque aquí somos muy
políticamente correctos, pero es verdad que uno piensa muy claramente dos o
tres calificativos para el falso despistado. A mí todo esto me recuerda al
típico niño pequeño que va a hacer una trastada, y sabe que está mal, y
mientras estás regañándole, termina de hacer el estropicio. Cuando le preguntas
qué ha hecho, te dice que no sabía que estaba haciendo mal, que como ya está
hecho…
Es lo mismo con los ceda el paso. Se
busca el resquicio mínimo para entrar en la rotonda, y luego, cuando
coinciden en el espacio dos coches (uno que ya estaba, y otro que entró, pero
no debía haberlo hecho), la excusa del segundo es que él ya estaba dentro, que
no pasa nada porque, ¿qué le va a hacer? Existen casos de esos a cientos, y
seguro que sabéis de qué hablo.
Sin embargo, el ceda el
paso es una señal que salva vidas porque fomenta, o pretende fomentar, la
prudencia. Sé que sobrevolamos este tema muy frecuentemente, pero también
opino que visto lo visto ahí fuera, es un tema del que se debe hablar mucho
más.