A día de hoy nadie pone en duda la eficacia del
cinturón de seguridad. Pero hábitos tan comunes como poner fundas a los
asientos, llevar demasiado inclinado el respaldo o llevar ropa voluminosa, por
ejemplo, reducen su capacidad de retención.
Es lo que se conoce como “efecto submarino”. El
cuerpo se desliza por debajo de la banda abdominal del cinturón de seguridad,
con el consiguiente riesgo de sufrir lesiones internas graves que pueden
provocar la muerte.
Si bien la Organización Mundial de la Salud afirma
que el cinturón de seguridad es uno de los inventos del siglo XX que más vidas
ha salvado, lo cierto es que en nuestras carreteras continúan muriendo más de
una decena de personas a la semana, pese a llevar puesto el cinturón. Según
datos de la propia DGT, el 25% de los fallecidos en turismo y furgonetas no
hacían uso del cinturón de seguridad en el momento del siniestro. Pero la
pregunta es, ¿qué ocurrió con el 75% restante? ¿Por qué murieron llevando
puesto el cinturón de seguridad?
Solo abrochado, no es lo
mismo que bien puesto
El cinturón está hecho para estirarse en caso de
choque, no para aguantar el golpe. Esto significa que, ante un impacto, la
cinta se deforma –o estira– y gana longitud para que el usuario sufra las
lesiones menos graves posibles. Utilizando un símil, sería como los frenos del
coche, pero frenando el cuerpo: no sirve para que no te muevas en caso de
impacto, sino para aguantar la deceleración.
Debido a la inercia de una colisión, un cuerpo
multiplica más o menos por 50 su peso en un choque frontal a 50 km/h. Por ello,
aunque la normativa vigente estipula que la fuerza máxima que debe soportar el
cinturón de seguridad es 1.200 kg, todos los fabricantes montan cinturones que
aguantan hasta los 3.000 kg. Esto se traduce –según pruebas de choque con
dummies de 1,70 de estatura y 75 kg de peso– en que en el momento del impacto
el cuerpo se desplaza unos 25 cm hacia delante antes de volver hacia atrás como
consecuencia de que el cinturón se estira un poco primero, para volver a
tensarse sobre el cuerpo, sujetándolo firmemente a continuación.
Sin cinturón de seguridad, nuestro cuerpo saldría
disparado hacia delante a la misma velocidad que llevase el coche en el momento
del impacto y no pararía hasta impactar contra un objeto, bien dentro o fuera
del coche. Pero, ¿qué ocurre si llevamos colocada una pinza o una clásica
almohadilla de cinturón para tener más holgura y que el cinturón de seguridad
no nos moleste?
En este caso, al ir el cinturón más holgado, el
cuerpo se desplazará hacia delante más de esos 25 cm que citábamos
anteriormente, aumentando la posibilidad de choque brusco contra el volante, el
salpicadero o los asientos delanteros. Además, al no estar el cinturón pegado
al cuerpo del ocupante, éste con lo primero que golpeará será contra el propio
cinturón, produciéndose una rotación muy violenta en la columna vertebral,
origen de la mayoría de lesiones medulares.
Nunca
lleves holgado el cinturón de seguridad: no utilices pinzas
ni
almohadillas que lo sujeten.
En
el coche no lleves puesto abrigos, plumas o cualquier otro
tipo
de prenda acolchada. Esos dos o tres centímetros de
“acolchamiento”
que separan tu cuerpo del cinturón harán las veces de
pinza
en el cinturón de seguridad.
El efecto submarino
Otro de los peligros que supone que el cinturón
quede holgado es el llamado efecto submarino. Consiste en que el cuerpo, al no
estar bien sujeto por el cinturón, presiona el asiento hacia abajo llegando a
deslizarse por debajo de la banda abdominal del cinturón de seguridad.
Esto es muy peligroso por tres razones:
1.
Deja que el cuerpo continúe su movimiento hacia delante, aumentado el riesgo de
chocar contra el volante, el salpicadero o los asientos delanteros.
2.
Aumenta la presión del cinturón sobre la parte más blanda del cuerpo: el
abdomen, aumentando el riesgo de sufrir lesiones internas graves.
3.
El desplazamiento del cuerpo favorece que los miembros inferiores del cuerpo
choquen contra la parte baja del habitáculo del coche. Una rotura de cabeza del
fémur, por citar un ejemplo, puede desencadenar una hemorragia interna mortal.
Para minimizar todos estos riesgos, los fabricantes
de coche han ido haciendo modificaciones en las estructuras de los asientos. La
más visible de todas ellas es que la banqueta del asiento forma
una especie de rampa hacia arriba, con el fin de impedir que el cuerpo se
desplace hacia abajo al irse hacia delante. El acolchamiento del
asiento, dividido en franjas longitudinales horizontales reduce también el
efecto submarino. Es por ello que cuando colocamos sobre el asiento
complementos como aislantes de bolas o riñoneras alteramos la capacidad de
retención del cinturón, por un lado, y alteramos la estructura del asiento, por
otro.
Finalmente, si el respaldo del asiento va
demasiado abatido, el cinturón de seguridad quedará demasiado separado del
cuerpo, por lo que su eficacia será prácticamente cero y el efecto submarino,
mayor. En el coche, el respaldo del asiento debe colocarse tan vertical como
sea posible. No te fíes esos que dicen que si los respaldos reclinables fuesen
peligrosos, no se fabricarían. Los coches los llevan únicamente para
proporcionarte confort en paradas para descansar.
No
coloques en el asiento del coche riñoneras de bolas, esterillas.
Tampoco
cojines, ni camisetas, etc.
Circula
con el respaldo del asiento lo más vertical posible.
Campaña oficial de la DGT sobre el
uso del cinturón: