En las últimas décadas, los niños y adolescentes han visto como su espacio en las calles se ha reducido a la mínima expresión en favor del automóvil. La cada vez mayor presencia de los vehículos motorizados en las ciudades de todo el mundo, ha hecho que su diseño y planificación se haya supeditado a las necesidades de espacio y circulación de los conductores, en detrimento de no sólo los más jóvenes, sino también de ancianos, minusválidos, ciclistas…
Este fenómeno, aunque se ha ido produciendo a lo largo de todo el siglo XX, se ha visto especialmente agravado desde los años 90. No tenemos que ser muy mayores para recordar cómo jugábamos de chicos en la calle, nos movíamos con independencia por nuestro barrio y acudíamos solos al colegio a partir de una edad. Hoy, incluso la posibilidad de que un niño permanezca solo en la acera delante de su casa, puede parecernos impensable en muchos casos.
No es sólo cuestión del diseño urbano, por supuesto influyen también otros muchos factores como el aumento de la criminalidad en las calles, la proliferación de formas de ocio más sedentarias (como los videojuegos) o el fomento del sentimiento de individualismo en el ciudadano, que ha mermado considerablemente el sentimiento de comunidad y de “tribu” en los barrios.
Pero sin duda, el mayor factor que ha influido en la menor presencia del niño en las calles, ha sido el aumento exponencial de la presencia del automóvil, del tráfico rodado y, por consiguiente, de la inseguridad vial. Por eso, ciudades e instituciones de todo el mundo, comprometidos con la necesidad de recuperar el espacio en las calles que se les ha robado a nuestros jóvenes, han puesto en marcha un sinfín de medidas, alternativas e iniciativas para revertir este fenómeno y fomentar su presencia en las calles.
No se trata sólo de una cuestión de nostalgia, sino que se ha demostrado que este hecho está directamente relacionado con el aumento de obesidad infantil y otras enfermedades, y que su mayor presencia en las calles favorece su capacidad de orientación, concentración, sociabilidad y conocimientos de seguridad vial. Y aún hay más, pues son obvios otros beneficios que aporta a la sociedad: fomento del comercio, dinamización de los barrios, menor contaminación…
Cómo hacer una ciudad más amigable con los niños
Con planes urbanísticos adecuados, la ciudad puede ponerse al servicio de sus familias y, en concreto, puede proveer a los niños de una vida más activa, acceso a mejores entretenimientos, reducir el consumismo o fomentar la diversidad y las conexiones con otras familias.
Realmente se ha debatido largamente sobre este tema, y se ha escrito profusamente sobre los parámetros correctos que deben seguir las autoridades públicas y los ingenieros, pero todos los expertos podrían coincidir en las siguientes líneas:
1. Edificios y barrios orientados a las familias
Bien se viva en casas independientes o en bloques de pisos, es necesario que los hogares estén diseñados en función de las necesidades de las familias, no sólo en la distribución de los edificios (con patios, piscinas comunitarias, etc) sino también en el del vecindarios, con parques o instalaciones deportivas cerca.
En Estados Unidos, donde hay una mayor tendencia a las grandes propiedades y la dispersión entre ellas, existe una creciente preocupación por aumentar la densidad de los barrios, apostando por edificar adosados, dúplex, bloques bajos de apartamentos… El objetivo es favorecer el contacto entre las familias y crear un mayor sentimiento de comunidad.
2. El camino escolar
El acceso a centros educativos es clave para el desarrollo de un barrio o distrito, y que éstos sean accesibles peatonalmente es fundamental para la movilidad independiente de los niños. El camino escolar es un concepto que nace en los países nórdicos y se extiende posteriormente a los países anglosajones, con el objetivo de combatir con el fuerte sedentarismo de los niños de estos países. Para ello, se definen rutas o itinerarios seguros por el que niños y adolescentes puedan ir al colegio andando o en bicicleta, siempre con la seguridad vial y la prevención como ejes fundamentales.
En los países latinos, por su parte, se han popularizado los caminos a la italiana. Basándose en los preceptos del pedagogo Francesco Tonucci y su Ciudad de los Niños, este sistema abandona el concepto de Plan de Seguridad Vial para niños y plantea todo un modelo de ciudad donde los niños son el centro y participan en su diseño. No se trata de crear una ciudad en miniatura para los más pequeños, sino de crear ciudades habitables y disfrutables por todos los rangos de edad. El nuevo concepto se aplicó por primera vez en la ciudad italiana de Fano y es el que se está aplicando en nuestro país.
En concepto de camino escolar ha dado lugar a numerosas variantes, como el autobús caminante o pedibús, la adopción de esquinas, los trenes ciclistas o el “aparca y camina”.
3. Intervenciones en el espacio público a favor de la infancia
Aunque se realicen diseños y se desarrollen planes urbanísticos orientados a la inclusión de los menores, lo cierto es que el principal problema será actuar sobre el espacio público ya existente, y tratar de adaptarlo a las necesidades de los niños. Y no sólo intervenciones sobre las infraestructuras, sino también actuaciones vinculadas a la gestión del tráfico, la movilidad, el aparcamiento…
- Medidas de gestión del tráfico: cortes provisionales o permanentes del tráfico; cambios en los sentidos de la circulación; supresión de aparcamientos
- Mejoras del espacio peatonal: peatonalización de calles; coexistencia de tráficos; creación o ampliación de las aceras; instalación de arbolado y mobiliario urbano.
- Intervenciones en la vía: ruptura de calles lineales; estrechamiento de la calzada; cambios en el pavimento; colocación de reductores de velocidad.
- Cruces seguros: Reubicación de pasos de cebra en pasos más comunes; reducción de la distancia de cruce; creación de aceras continuadas y pasos sobreelevados; instalación de orejas y refugios
4. Fomento de la bicicleta como medio de transporte primario
Los niños disfrutan de montar en bicicleta, y se sienten enormemente atraídos por la posibilidad de ir a los sitios en bicicleta, no sólo de dar vueltas en un parque. Es una actividad que, aparte de ser divertida, es beneficiosa para la salud y supone a esas edades un punto clave a la hora de fomentar formas de transporte ecológicas cuando sean mayores.
Para ello hay que mejorar las condiciones de las infraestructuras (sobre todo en los itinerarios donde se vayan a circular), habilitar aparcamientos adecuados para las bicicletas, y en general fomentar con medidas innovadoras el uso de la bicicleta en todos los rangos de edad (como por ejemplo en el de las chicas, que tienen a abandonar la bicicleta al llegar a la adolescencia).
5. Hacer las calles más divertidas
Si queremos que los niños salgan a la calle, hagan uso del espacio público y utilicen las rutas más seguras para llegar a casa, podemos integrar pequeños elementos que atraigan su atención y estimulen su imaginación, a semejanza de lo que ya está haciendo en algunos centros comerciales para mejorar el flujo de pasillos menos transitados.
En este sentido, es ya famoso el artículo escrito por los diseñadores Chris y Melissa Bruntlett en el que proponen diversas medidas que, además, ya pueden verse en ciudades como Aarhus, San Francisco o Santiago de Chile.
- Incluir columpios y toboganes en la acera
- Cerrar algunas calles al tráfico los domingos
- Pasos de cebra con frases o colores
- Mobiliario atractivo en pasajes menos transitados
- Adornar paredes y fachadas con arte callejero
- Acceso a fuentes y juegos con agua
Iniciativas de las instituciones públicas
Como decíamos más arriba, la presencia de los niños en las ciudades, su autonomía en las calles y la seguridad vial en el camino al colegio son temas largamente debatidos y no son pocas las instituciones de todo el mundo que se han puesto manos a la obra a trabajar sobre ella.
En nuestro país, la DGT junto con el Ministerio de Interior tienen en marcha el proyecto “Camino Escolar Seguro” a través del cual ponen distintos recursos en manos de asociaciones de padres, centros educativos y ayuntamientos. Otro Ministerio, el de Fomento, ha colaborado en estudios como el de “Camino Escolar. Pasos hacia la autonomía infantil”, de las autoras Marta Román e Isabel Salís.
En lo que se refiere a la prevención y educación, la Fundación MAPFRE, en su área de Seguridad Vial, dedica un espacio a los más pequeños donde podrás encontrar actividades, ideas e iniciativas con este fin.
A nivel internacional, podemos encontrar la web “Child in the City” de la European Network Child Friendly Cities, que recoge las iniciativas que distintas ciudades europeas han puesto en marcha en favor de los más jóvenes. Y no podía faltar UNICEF, la organización de Naciones Unidas para la infancia, que en su web Child Friendly Cities and Communities recoge publicaciones, buenas práctica, iniciativas y casos reales de todo el mundo.
Imágenes | Wikimedia/UNICEF Ukraine | Wikimedia/Burkhard Mücke | Wikimedia/Arriva436 | Flickr/Alan Kotok | Pexels/Alan White | MaxPixel | MaxPixel
Fuente: Circula Seguro