Este epidemiólogo de la Universidad de Alcalá y de la Johns Hopkins
considera que «el gran reto del ser humano y urbano es caminar. Es algo
fundamental para la ciudadanía, para el concepto de ciudad»
Manuel Franco (Madrid,
1974) se presentó ayer en la Fábrica de Armas con la pertinente mascarilla y
una gorra. Y con un currículum que combina la docencia en la Universidad de
Alcalá (Madrid) y en la Johns Hopkins (Estados Unidos). Este médico que se formó
en Alemania, se especializó posteriormente en salud pública y epidemiología en
el país de las barras y estrellas. De regreso a España, como científico, ha
trabajado en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, entre
otras instituciones. Frente a él, un grupo de estudiantes dispuestos a escuchar
una charla titulada ‘Entorno construido, actividad física y salud: una
aproximación desde la epidemiología urbana’.
¿Qué quiere explicar en esta charla ante los estudiantes?
Empecé a trabajar el concepto de salud urbana, cuál es la característica de la
ciudad que se relaciona con nuestra salud. El entorno construido es cómo hemos
desarrollado y hemos diseñado nuestras ciudades. Hay características que
estudiamos desde hace tiempo cómo qué lugares ofrecen una alimentación y si es
saludable o no. Aparecen tiendas, supermercados, un bar o un restaurante.
También hay lugares fundamentales para la actividad física como pueden ser la
‘caminabilidad’ o la ‘ciclabilidad’. Que el tráfico esté organizado para que tú
puedas moverte a tus actividades diarias en bicicleta o andando, el transporte
público o el privado. Cada vez tenemos más evidencia científica de que la
manera en que nos transportamos, en el día a día, tiene una repercusión sobre
el nivel de actividad física, y este sobre enfermedades tan importantes como la
diabetes o la hipertensión, o el riesgo de infarto de miocardio.
Vivir en una ciudad grande como Madrid conlleva más riesgos de caminar
menos. ¿Hay un baremo acerca de la población ideal?
El centro de Madrid continúa siendo un lugar para hacer las compras a pie. No
todo el mundo está en barrios con ese diseño, pero ese es el diseño al que se
quiere tender. Tiene dos repercusiones muy importantes: el coche es el gran
contaminante y la ausencia de coche hace que camines más. La ausencia es el
tipo de ciudad que queremos para tener una mayor sostenibilidad del planeta.
Sabemos que la contaminación se relaciona directamente con nuestra peor salud.
Desde el niño hasta el adulto, y el mayor muy mayor. Poder tener un transporte
seguro como caminar y montar en bicicleta, ahora mismo, tiene más relevancia
que nunca. A mayor contaminación, mayor transmisibilidad del virus.
A consecuencia de la pandemia de la Covid-19, aparentemente la gente pasa
más tiempo en casa, pero por otro lado recurre más a salidas cortas a la
naturaleza.
En el fondo, tiene todo el sentido del mundo. La evidencia científica dice que
el mayor riesgo lo pasamos cuando hay mucha gente junta en un lugar cerrado. Es
lo que queremos evitar. Estar en espacios abiertos es lo correcto. Allí te
puedes esparcir más. Por desgracia, se ha demostrado que los hoteles, los
restaurantes cerrados, bares y cafeterías son lugares de contagio, por lo
tanto, la gente ha buscado los espacios abiertos, el turismo rural y las
caravanas. A la larga, debemos ganar los espacios abiertos porque tienen muchas
ventajas. De hecho, los espacios abiertos verdes, más allá de la Covid, tienen
demostrado un efecto positivo sobre la salud.
Alcaldes de municipios pequeños de la provincia han advertido un incremento
de población a raíz de la pandemia. ¿Cree que será temporal o una tendencia
estable?
Nos gustaría que fuera estable en el tiempo porque tenemos en España un
problema muy serio de urbanización y despoblación de las zonas rurales. Va a
hacer falta la posibilidad de teletrabajar, la posibilidad de tener recursos en
las zonas rurales como las telecomunicaciones o recursos educativos y de salud.
Estos temas de recursos son clave para que no sea flor de un día.
Mencionaba usted antes la palabra ‘ciclabilidad’. En España, hay una
diferencia a la baja con respecto a otros países europeos sobre el uso
cotidiano de la bicicleta. Aunque haya mejor clima. Pero mucha gente sí recurre
a este vehículo como recreo los fines de semana. ¿Sería importante para la
salud el uso cotidiano de la bicicleta?
Completamente. El cambio tiene que ser hacia más utilización diaria de la
bicicleta. Para eso se necesitan muchos cambios que no estamos dando en grandes
ciudades, donde se dan más desplazamientos. Tenemos que ser conscientes de que
la bicicleta debe tener muchos más espacios en el sentido de carriles bici,
bicicletas compartidas o semáforos especiales. Y posibilidades de aparcar la
bici en lugares de trabajo. O que no te la roben. Son factores que van unidos a
la promoción de la utilización de la bicicleta. Es importante pensar esos
países que todos conocemos y que nos parecen exóticos no nacieron con la
utilización de la bicicleta. En Holanda, el gran cambio se dio en los 60 porque
la gente estaba hasta las narices del tráfico y quiso ganar espacio al coche.
Son imprescindibles las políticas.
Son imprescindibles, pero es la población la que tiene que pedir a los políticos. El político puede tomar unas decisiones, pero es la población la que se lo está exigiendo. Tenemos un ejemplo importantísimo, como es París, que está haciendo un esfuerzo por convertirse en Berlín, Copenhage o Ámsterdam.
¿Qué recomienda a la gente como ejercicio cotidiano?
Hoy en día, el gran reto del ser humano y urbano es caminar. Es algo
fundamental para la ciudadanía, para el concepto de ciudad. No solo se debe
promover sino pedir en todas las etapas de la vida. Es fundamental que los
niños vayan andando al colegio. Los padres tenemos que dejar de llevar a
nuestros hijos al colegio en coche. Estamos creando un hábito. Los niños tienen
que caminar al colegio, a las extraescolares, a la biblioteca o al cine. Eso
hace que la ciudad sea de cercanía. Cuando la ciudad se llena de niños es más
segura, y no al revés. No tenemos que hacer ciudades seguras para que salgan
los niños, sino salen los niños y se convierten en seguras. Para los adultos,
caminar hacia el trabajo está demostrado que da grandes beneficios para
disminuir peso y para estar más físicamente activo. Para nuestros mayores es
fundamental, y somos un país envejecido. Como CLM y como Toledo. Tenemos que
salir a los parques, que sea algo agradable y seguro que podamos meter en
nuestro día a día.
Los comercios tradicionales cierran a consecuencia de la pandemia o por las
ventas por internet. Y abundan los centros comerciales a las afueras. ¿Puede
contribuir a disminuir las caminatas diarias de la gente que no haya comercios
por el centro de las ciudades?
Es un desastre. Lo que hace que una ciudad sea más caminable son los puntos de
destino. Tú sales más a caminar si tienes que ir hasta un lugar. Si tengo que
salir a caminar por un sitio inhóspito, lleno de coches, medio vacío, que da
miedo y no es agradables, pues no voy. Si tengo que dar un paseo por una calle
peatonal donde puedo parar a mitad de camino a tomar un café o ver una
librería, lo voy a hacer. O que haya un parque cuando voy con mi hijo. Esto es
clave. Si empiezan a desaparecer los lugares de destino, que no tienen por qué
ser lugares donde consumamos...
Los parques son
fundamentales, y las zonas verdes. Que los tengamos y los recuperamos. Y que
los utilicemos. Que podamos llenar los parques de gente haciendo cosas. Me da
igual que sea jugar a las chapas, montar en bicicleta, charlar, escuchar música
o hacer taichí. Los espacios urbanos que funcionan son los que se utilizan. Y
tenemos que utilizarlos todos. Tenemos que diseñar parques para que puedan ir
nuestros niños, nuestros adolescentes y nuestros mayores. Hay que entender
quién habita en esa zona y qué necesidades tiene.