11 de octubre de 2011

La conducción autónoma en el examen de conducir


No, no es que a partir de ahora los exámenes prácticos para la obtención del permiso de conducir los vaya a hacer el coche autónomo de Google él solito. Qué más quisieran algunos… En realidad, durante los últimos tiempos las diferentes jefaturas de Tráfico han ido introduciendo la conducción autónoma en el examen práctico y ahora la cosa se generaliza ya en toda España. En Madrid, por ejemplo, habrá conducción autónoma a partir del 2 de noviembre.

¿Que qué es la conducción autónoma según Tráfico? Muy sencillo: el examinador da una indicación inicial sobre un lugar al que se tiene que ir… y deja que la persona que se examina vaya haciendo, sin interferir en su toma de decisiones. Esta parte del examen dura unos diez minutos y se aplica en los exámenes de circulación de los permisos B, B+E, C1, C1+E, C, C+E, D1, D1+E, D y D+E. Vamos, que menos los moteros, aquí van a ir todos en plan autónomo.

Y eso, ¿es bueno o es malo?

Pues… depende. Pero antes de analizar la bondad o no bondad del sistema, veamos tres situaciones típicas de conducción autónoma:

-Iniciar la marcha y dirigirse a un lugar determinado conocido por el aspirante. “¿Sabe usted ir al hospital? Pues vamos hacia el hospital”, por ejemplo.
-Iniciar la marcha y seguir señales de indicación para llegar a un lugar concreto. “Vamos a ir todo el rato en dirección a Tantarantán del Río”.
-Iniciar la marcha y circular libremente, siguiendo alguna mínima indicación del examinador o incluso echando mano del GPS si el vehículo dispone de él.

En resumen, se trata de huir durante unos diez minutos, los primeros diez minutos del examen, del consabido “iremos hacia la derecha, iremos hacia la izquierda” del examinador, que a menudo pone taquicárdicos a los alumnos que se examinan, convertidos por un día en “aspirantes a la obtención del permiso de conducir”.

Dicen en Tráfico que la gracia de la conducción autónoma está en conseguir durante la fase inicial del examen que el alumno esté tranquilo, “proporcionándole una mayor seguridad durante la conducción”. Además, este modelo permite evaluar la toma de decisiones del aspirante con “una visión más completa y espontánea”, y por otro lado permite que el aspirante comprenda que la conducción es una actividad multitarea, y no un simple ejercicio de conductismo (“gire a la derecha”, “allá voy”).

Es decir, la idea es buena. De hecho, yo la he visto desarrollada en más de una ocasión, no ahora que Tráfico sienta las bases para que se evalúe de esta manera, sino mucho antes. En mi zona siempre ha sido un clásico eso de decir “vamos a seguir todo el rato en dirección a…” para que el aspirante se lo currara un poco con la señalización, por lo que la nota de Tráfico no nos pilló por sorpresa.

También he visto casos en los que el aspirante se iba por donde le daba la real gana por puro despiste (cosas del directo) y el examinador le dejaba hacer sin más, con tal de que lo que hiciera fuera correcto y coherente. De hecho, durante las clases prácticas eso también pasa y para esas situaciones yo tengo un mantra (uno de tantos): “mira, vete adonde sea, pero siempre que hagas las cosas bien”. ¿Acaso no es eso aprender a circular? ¿Qué problema hay?

Así pues, la conducción autónoma es útil y además tranquiliza a los aspirantes. Ellos mismos me lo han dicho cuando en una clase les he hecho circular sin instrucciones: “voy mucho más tranquilo así que si me vas diciendo ‘izquierda, derecha’ todo el tiempo”. Bien, de eso se trata. Claro, que luego hay que volver al viejo modelo para verificar que vean las señales con tiempo suficiente. Si no… mal vamos. Y es que lo de “cuando puedas, gira” es una prueba del algodón sobre la observación del alumno que no se puede eliminar.

Con todo, yo le veo un problema a este sistema, que espero que no tengamos que lamentar demasiado. Me da cierto reparo pensar en determinados métodos de no-aprendizaje basados en la promesa de un aprobado rápido, y que este ejercicio de evaluación realista, que viene probado ya en otros países de nuestro entorno con notable éxito de crítica y público, al llegar aquí se transforme en un simple “yo te enseño las rutas de examen y seguro que apruebas”.

No exagero. Hace unos meses tuve un alumno que venía de otra zona, de otra provincia, de otra comunidad. Allí este modelo de examen está ya consolidado y tienen sus rutas creadas. Tienes que saber ir aquí, aquí, aquí y aquí, “y si no sabes hacerlo, suspendes”, me llegó a decir aquel alumno con visible nerviosismo, así que su obsesión ya no era observar de forma adecuada para buscar a tiempo peatones y motos, sino saber llegar hasta tal o cual sitio, algo que aparte de ser una completa imbecilidad ahonda en la idea de conducir de memoria, algo a lo que personalmente le tengo tirria por el peligro que representa (y más, durante el aprendizaje inicial de la conducción).

Dejando de lado la inventiva sobre suspensos absurdos que esgrimen algunos supuestos profesores y que se gastan algunos supuestos examinadores, me parece aberrante esa desviación del sistema y espero que no se generalice. Porque formamos conductores, y no taxistas (con todos los respetos para los taxistas), conducción autónoma, sí; conducción autómata, no; más no, por favor.