6 de diciembre de 2011

La Seguridad Vial en las Empresas y el prejuicio social


Hace unos días me pasé por una de esas charlas sobre Seguridad Vial en la Empresa que se están ofreciendo cada vez más, amparadas por el creciente y lógico interés social que existe en hacer disminuir la siniestralidad laboral vial, esa sub lacra que hay dentro de las lacras que son la siniestralidad vial y la siniestralidad laboral.
Acudí al lugar de la mano de mi amigo Mikel Bort, ya sabéis, aquel mosso d’esquadra que ha hecho de la divulgación de la Seguridad Vial una noble afición y que por pura convicción personal se dedica a concienciar personas sobre los riesgos de la carretera.

De la charla en esta ocasión no os voy a contar demasiado (o nada), porque lo adecuado es asistir a una de ellas (la imparta quien la imparta), pero sí que me detengo en un detalle que me llamó mucho la atención y que tiene que ver con cómo funciona esto de la concienciación vial... en las empresas, y sospecho que en la sociedad en general.

Antes de comenzar, los organizadores están lógicamente nerviosos y, sobre todo, expectantes. ¿Qué acogida tendrá la convocatoria? ¿Acudirán todos los que aseguraron que vendrían? Pasaron la nota a muchas personas, pero están confirmados sólo la mitad. ¿Podrían haber sido más, los asistentes?

Los convocados a la charla sobre Seguridad Vial en la Empresa van ocupando sus sillas con pala. El primer ponente, anfitrión que conoce a los asistentes y que hace las veces de maestro de ceremonias, aborda una primera parte en la que se explica la importancia de la seguridad vial para reducir las dramáticas cifras de siniestralidad vial en el entorno de la empresa. Sus explicaciones son seguidas y anotadas por el público con una mecánica que uno intuye que es muy similar a la que emplearían en cualquier otra reunión de empresa.

Tras el café, los asistentes regresan a sus sillas con pala, pero lo que les espera no tiene nada que ver con lo que han presenciado hasta el momento. Adiós a la reunión de empresa, adiós a los fríos datos, a las frías estadísticas y a las medidas preventivas propuestas. Es hora de guardar el boli y abrir bien ojos y oídos, porque lo que viene a continuación merece la pena ser vivido sin tomar más apuntes que los que entran directamente en el cerebro y en el corazón. No paro de contemplar sus caras y me alegra verlos sumidos en la sorpresa, la diversión y, sobre todo, la emotividad.


Al acabar el acto, mientras echo una mano con los trastos, se acerca uno de los asistentes, al que he visto particularmente asombrado y expresivo mientras duraba la charla. Explica que si llega a saber de qué iba la conferencia, habría hecho venir a más gente de su entorno. El comentario se generaliza entre los asistentes que quedan en la sala, y surge entonces la frase:
"Es que a mí me dijeron que hablaríamos sobre Seguridad Vial y me imaginaba que me iban a venir con lo del semáforo rojo, ámbar y verde".

Sonrío. Es algo que siempre que he hablado en clase sobre los cursos de reeducación y sensibilización para la recuperación de puntos del permiso de conducir he intentado que quedase claro. Los cursos de sensibilización no son clases de teórica donde se enseña el significado de las señales. Eso no tiene sentido. La concienciación es otra cosa, pero si ni siquiera eso se sabe… mal principio llevamos.

Y la anécdota me hace pensar que existe un prejuicio social sobre qué es la Seguridad Vial, o sobre qué contenidos se abordan y qué formas se emplean en una charla sobre Seguridad Vial. De la parte del ponente, la charla no puede consistir (sólo) en abrumadoras estadísticas, sino que deben lanzarse puentes emocionales a quienes asisten. Y de la parte del asistente, una charla es eso mismo, una charla; no un sermón ni un repaso a las normas de circulación, una simple charla en la que se explica qué pasa, por qué y cómo puede evitarse, para que luego cada cual saque sus propias conclusiones.

Si alguno de vosotros tiene competencias dentro de su empresa en materia de prevención de riesgos (y por tanto tiene conocimientos sobre seguridad vial), no estaría de más que a la hora de informar a los trabajadores les explicase qué no es una charla sobre Seguridad Vial. El “qué sí es”... mejor que lo vean ya en el lugar, que si no la cosa pierde parte de la gracia.
Es una sugerencia.
Fuente: Circula seguro.