23 de febrero de 2012

Apagar farolas, no apagar farolas, ¿ahorramos o estamos en peligro?

El tema del ahorro de energía vuelve a nosotros como un boomerang cada cierto tiempo. El apagado de los semáforos por las noches es un tema interesante y aceptable desde el punto de vista de la seguridad vial, al menos en determinados centros urbanos. El ahorro por apagón de la iluminación en tramos de carretera o de autovía, circunvalaciones y demás no lo es tanto.
Durante este mes, se han publicado varias noticias que cuentan cómo en determinadas ciudades se apagan tramos de iluminación para contribuir al ahorro de costes energéticos, y cómo esta decisión hace saltar las alarmas revelando la inseguridad que da al conductor pasar por ciertas zonas sin iluminar. Zonas como por ejemplo las que permiten la incorporación a la vía o las salidas de la misma. ¿Es positivo el balance económico? ¿Tiene razón de ser este ahorro o es pan para hoy, hambre para mañana?

Las razones esgrimidas para llevar adelante los apagones
En Castellón, el apagón se realiza selectivamente tomando siempre como referencia puntos que (suponemos contrastados) tienen poca densidad de tráfico por las noches y madrugadas. Por ejemplo “las rondas de circunvalación Sur, Este, Norte y Oeste el Parque Litoral y la avenida Ferrandis Salvador” tendrán apagones selectivos. Esto supone un ahorro anual de 80.000 euros en la factura de la luz.
En Madrid “zonas de alto tránsito de la M-40 como el tramo comprendido entre la salida hacia la carretera de Toledo y el barrio de Carabanchel, en sentido A-5, o el área que transita entre Cuatro Vientos y la salida a Ciudad de la Imagen”. La M-45, en las proximidades de Mercamadrid o la M-50 son otras zonas en las que se alternan puntos de iluminación con zonas apagadas. En este caso no he podido saber en cuánto se valora el ahorro de costes de energía al año, pero parece que supone un apagón selectivo del 4% de la red de iluminación total.
De lo que acabamos de leer se puede deducir que algo de ahorro anual tiene que haber. Y también podemos ver, sin meternos en consideraciones políticas o de gestión del presupuesto municipal, que la lógica de no iluminar donde no pasa nadie está ahí. Pero, ¿de verdad no pasa nadie? Y lo que veo como la clave del asunto, ¿los que pasan por allí de verdad no experimentan ningún peligro o realmente ponen en riesgo su seguridad?

El punto de vista del usuario de la vía
La primera impresión es negativa. Si alguna vez has conducido por la M40 o, en realidad, por alguna circunvalación de noche sabrás que la iluminación siempre ha sido muy buena. O por decirlo de otra manera, entrar en Madrid de noche te hace olvidar qué hora es: se ve perfectamente según en qué tramos.
¿Cuál es el problema de la falta de iluminación? El problema es que circulando vayamos a una velocidad superior a la segura por la falta de luz. Solución: iluminemos tanto que nos pongamos morenos. ¿Matamos las moscas a cañonazos?
Para muchos usuarios la sensación seguramente es de sorpresa al encontrarse tramos apagados. Para la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación, “ahorrar no es apagar“. Es más, por lo que he leído son los que denuncian que con estas medidas el riesgo para los conductores va a aumentar. Efectivamente, si vamos a velocidades inapropiadas para las condiciones de la vía, sí.
En todo este tema lo que puedo deducir es que se habla de tramos completos de vía que no tiene iluminación, y no del apagado selectivo. Se habla de que en las incorporaciones a las vías falta iluminación y eso me parece un error: precisamente ahí no se debe ahorrar, es mejor evitar los riesgos potenciales de accidente en lo máximo posible.
En el caso urbano, las quejas van en el sentido de la inseguridad ciudadana que supone tener zonas de iluminación escasa, o zonas con bombillas de bajo consumo que “no alumbran lo suficiente”. Incluso hay quejas por los árboles mal podados. A mi, sincera y personalmente, no me parece para tanto.

¿Cuál es la mejor solución?
Si la supiese primero la vendería. Es broma, lo que quiero decir es que la mejor solución parece siempre la que termina aprobando un ayuntamiento, pero podemos pensar en decenas de alternativas. O si no son decenas, al menos en dos o tres alternativas. Y alguna bastante futurista, porque siempre me gusta pensar a lo grande. La primera solución que se me ocurre esapagar 1 de cada 2 farolas en cada lado de la carretera, de forma alternativa: una farola encendida de este lado, su hermana apagada. Incluso podría haber más hueco entre ellas, imagino.
Nunca apagaría tramos completos de carretera. En las incorporaciones, no apagar nada, es más, pensar en métodos de iluminación alternativos no solo en tecnología (luces LED) si no en disposición y orientación. ¿Tienen que ser siempre iguales todos los puntos de iluminación? ¿Son los más eficientes? Investigaría por ahí. Habría que tener en cuenta, siempre que hablamos de iluminación-oscuridad, por qué nos deslumbramos en la oscuridad.
En algunas ciudades alemanas, pequeñas, la iluminación nocturna es escasa. En algunos puntos se limitaba entonces a focos en medio de la calzada, suspendidos por cables asegurados en los edificios, y se encendían de forma alterna: uno sí, otro no. A ciertas horas la sensación era, sencillamente, de inseguridad. Pero tras el primer mes, te acostumbras y te das cuenta de que no pasa nada. Y se ahorra.
La opción futurista es la iluminación adaptativa (no me gusta llamarla inteligente). Cámaras situadas en puntos estratégicos conectadas a sistemas que sean capaces de estimar el flujo de tráfico que se dirige por cierta ruta, y en función de criterios bien estudiados, adaptar las necesidades lumínicas en esos tramos, en cantidad y en intensidad, con anticipación suficiente. ¿Demasiado futurista? Creo que la tecnología la podemos encontrar hoy. Sea como sea, el debate parece infinito, ¿cómo manejar estos asuntos?