22 de diciembre de 2011

Conducir en invierno (1): arrancando en frío

Estamos dando la bienvenida al invierno, y nuestro coche debe estar preparado para encarar esta época del año. Aceite, líquido refrigerante, líquido de frenos, líquido lava parabrisas, filtros de aceite y de carburante, todo debe estar revisado antes de que el frío nos atrape. El alternador y su correa, las lámparas (todas) y la batería deben funcionar perfectamente. El filtro de aire del habitáculo y las escobillas del limpiaparabrisas, mejor recién cambiados.
Por supuesto, los neumáticos deben estar en buen estado y a una presión de inflado correcta. Y por si acaso, nunca está de más que echemos en el maletero un kit de emergencias que contenga una linterna con pilas nuevas, una manta, unos guantes, agua, cables para la batería y un botiquín. El depósito de carburante, lleno; las cadenas, mejor en el maletero que en casa, y el móvil, bien cargado.
¿Estáis preparados? Pues vamos a dar algunos consejos sobre cómo conducir en invierno.
Arrancar en frío es una de las mayores cargas de trabajo que le podemos dar a la batería, más aún cuando la temperatura ambiental es extremadamente baja, lo que afecta al rendimiento de nuestro pequeño almacén de energía. Por eso, si accionamos la llave de contacto y el motor no arranca, no debemos insistir demasiado, ya que lo único que haremos será castigar los elementos del sistema de arranque. Vale más la pena devolver la llave a su posición inicial, dejar pasar unos instantes, y luego volver a intentarlo. Y si no hay manera, acabaremos antes llamando a la asistencia en carretera.
Al poner el motor en marcha, en un coche de gasolina se puede iniciar la marcha de forma inmediata. No es necesario esperar a que se caliente el motor ni mucho menos calentarlo a base de acelerones, que podrían perjudicarlo. Con motores diésel conviene esperar unos segundos, los justos para ponerse el cinturón, que servirán para que el motor se lubrifique. Durante los primeros kilómetros, hasta que se alcanza la temperatura óptima de funcionamiento, es preferible no revolucionar demasiado el motor.

Cómo quitar el hielo del cristal

Estas recomendaciones generales pueden chocar en ocasiones con la mala visibilidad que nos da un parabrisas helado o empañado, ya que iniciar la marcha sin unos cristales limpios nos puede acarrear un gran problema de seguridad. Por eso, conviene que en la medida de lo posible evitemos la formación de hielo sobre los cristales. En las tiendas de accesorios para coches podemos encontrar aerosoles que, una vez rociados, evitan la formación de hielo. Y si no nos apetece gastar dinero, con frotar media patata sobre el cristal tendremos suficiente para que se forme una capa anticongelante.
Otra forma de evitar la formación de hielo en los cristales, muy sencilla y económica, consiste en colocar una sábana sobre el parabrisas fijándola con los marcos de las puertas y cuidando de que las escobillas de los limpiaparabrisas no queden en contacto con el cristal, ya que se podrían adherir e incluso desgarrarse. Y si en vez de emplear una sábana queremos una opción más económica todavía, basta con poner un cartón, a poder ser que no se deshaga con la humedad de la noche.
Si esto no ha sido posible y encontramos el coche con hielo en los cristales, hay dos cosas que NO debemos hacer nunca. La primera, salir con los cristales a medio limpiar, ya que estaremos multiplicando los puntos ciegos de nuestro coche y además será más fácil que se nos forme más hielo aun en marcha. La segunda cosa que no debemos hacer es rociar el cristal con agua caliente “para que el hielo se deshaga más rápido”, ya que el vidrio del parabrisas podría quebrarse.
El sistema que mejor funciona es el rascado simple y llano. Conviene hacerse con una rasqueta de plástico, que podemos comprar por menos de 2 euros en cualquier comercio del ramo, y con ese rascador eliminar el hielo acumulado en todos los cristales del coche, incluidas las ventanillas y la luneta trasera. A veces, cuando el cristal comienza a estar algo despejado, puede ser de ayuda un poco de líquido lavaparabrisas. Eso sí, antes de accionar el mando de bombeo, conviene levantar las escobillas para que no se desplacen sobre el hielo.
Por último, no olvidemos quitar el hielo que se haya podido formar sobre las ópticas de los faros.

Si se empañan los cristales, aire y calor

Otro problema que puede aparecer es el empañado de los cristales, especialmente del parabrisas. Para deshacerse de esa molesta capa de agua condensada en el cristal que no nos permite ver con seguridad, lo mejor es combinar aire acondicionado y calor procedente de la calefacción, que es lo que hacen los sistemas antivaho que montan muchos coches hoy en día. En la luneta trasera, simplemente encendemos la luneta térmica y ella se encargará de hacer el trabajo sucio.
Lo que NO deberíamos hacer nunca es recurrir al pañuelo de papel o la manga del jersey o la mano directamente sobre el cristal para retirar la humedad condensada, ya que de hacerlo así dejaremos unos rastros que pueden ser especialmente desagradables cuando una luz, sea del sol o de los faros de otro coche, incida sobre el cristal. Aire acondicionado y calor procedente de la calefacción serán nuestros mejores aliados para eliminar el vaho del parabrisas.
Ah, pero aquí topamos con un problema, y es que en un coche de gasolina o gasóleo la calefacción sólo nos dará aire caliente si el motor está funcionando y ya a una temperatura considerable. Por eso, si tenemos problemas de cristales empañados quizá no estará de más que arranquemos el motor y, desoyendo los consejos anteriores sobre arrancar y salir, dejemos que el motor se caliente estando el coche detenido para así lograr calor y por tanto una mayor visibilidad cuanto antes.
En próximas entregas de este mini-especial sobre la conducción en invierno hablaremos de algunos problemas que nos podemos encontrar en el camino, como la nieve o la formación de placas de hielo.