6 de octubre de 2011

En España, las bicicletas son... para el que venga detrás

En la obra de Fernando Fernán Gómez ‘Las bicicletas son para el verano’, aquel Luisito que soñaba con tener una bici topaba con un serio inconveniente para obtener su objeto de deseo. Le dijeron que las bicicletas eran para el verano y “el verano” nunca le llegó, ya que la Guerra Civil lo sumió todo en un largo invierno. 
Ahora, la DGT ha explicado que con esto de las bicicletas donde dijo digo dice Diego, y que no llevarán a la práctica la reforma legal que dé preferencia a la bici en vías urbanas anunciada el pasado mes de febrero.

No sé por qué, pero en Circula Seguro tendemos a no hablar demasiado de las futuras reformas legales a no ser que: a) se plasmen en un documento llamado BOE, o b) haya tanto ruido mediático que al final quedemos como tontos si no hablamos del tema. En este caso, si no me fallan la memoria y el buscador, no hicimos una excepción. ¿Que las bicicletas tendrían preferencia? Bueno, ya lo veríamos. Para el verano, a lo mejor…
Y pasó el verano… y llegó el otoño. Y no hay reforma.

Dicen que a Luisito esta vez no le ha pillado una guerra (por suerte) sino un tsunami electoral. Vamos, que viene el 20-N, que se acaba el mundo y que para lo que les queda en el convento… no hay tiempo para la reforma. Oficialmente, el adelanto electoral es la clave de todo. Dice Pere Navarro:

No hemos tenido tiempo. Hemos trabajado duro y con muchísima ilusión y lo más importante es que estamos todos de acuerdo con el contenido de la reforma, así que los que vengan, lo aprobarán. El trabajo está hecho.
Claro, leído así... hasta dan ganas de comprarle un paquete de pañuelos al hombre que se pone a venderlos en el semáforo. Pero sucede que en este país tenemos memoria y, cuando no, Google. Y allá por febrero, cuando Navarro soltó la bomba informativa de los 30 km/h (de esto sí que hablamos, hay directiva comunitaria detrás empujando) y las bicis liberadas, el texto ya estaba más que trabajado.

Desde las asociaciones de ciclistas lamentan que “ha faltado voluntad política“, que los deberes estaban hechos y que únicamente había que darle las últimas puntadas al texto final. Vamos, que había tiempo de sobras para hacer frente al cambio normativo. “Los que vengan, lo aprobarán”, dice Navarro, pero olvida citar que la medida no será precisamente popular sino todo lo contrario.

La reforma, dicen, favorecerá que los ciclistas vayan habitualmente por la calzada, en virtud de algo que cae por su propio peso:la bicicleta no puede crecer a costa del peatón, sino a costa del espacio del coche. No sé dónde leí un día que el principio es sencillo: si va a pata, por la acera, y si va sobre ruedas, por la calzada. Lo secundo a pies juntillas, pero dentro de un orden.

Ya esbocé hace un montón de tiempo que en carretera, las bicis deberían tener siempre que fuera posible una senda ciclablepara evitar problemas de disparidad de velocidades con el tráfico motorizado. Y en ciudad, carriles bici pro-te-gi-dos. No carriles para dejar el coche mientras uno hace sus necesidades en “un momentito”, no. Tampoco carriles bici llenos de hojarasca, alcantarillas y otras trampas de película de acción. Ni aceras bici en las que el peatón va por donde le da la gana y el ciclista responde con la misma estrategia, a ver quién gana.

Que no, hombre, que no. Que la bicicleta es un vehículo; sin motor, pero vehículo al fin y al cabo, recogido como tal en el entramado legal que rige nuestro tráfico rodado. ¿Cómo va a ir por el mismo sitio que el peatón? ¿Cómo va a ir por el mismo sitio que un camión? Abstraigámonos, dejémonos un poco de cerrazones y miremos el asunto con un poco de perspectiva y de sentido común, que en este tipo de debates a menudo pecamos todos de parciales. El ciclista se siente herido en el orgullo y el conductor, invadido, mientras que el peatón se queda protestando contra todo y contra todos. No falla.

No hace mucho me dio por hablar,  sobre la diferencia entre ciclistas, bicilistos y centauros. Huelga decir que los segundos y los terceros empañan el buen nombre de los primeros, pero es lo que hay. En nuestro país la educación vial es una entelequia que queda sólo al alcance de cuatro frikis que, además, están muy mal vistos. Mientras eso no se arregle, lo de aprobar esta reforma va a ser una patata caliente cuando no un plato de difícil cata.