10 de agosto de 2011

La publicidad engañosa, en contra de la seguridad vial

Últimamente me siento justiciero, o mejor dicho, sensible con la justicia y la injusticia, y también con el afán que existe, que se ve y se conoce, de tratar de conseguir “duros a cuatro pesetas”, de conseguir títulos a “mitad de esfuerzo”, o bien de engañar a los demás, simple y llanamente. Y entonces me encuentro una noticia en la que se dice que hoy en día existen autoescuelas que tienen ofertas de formación engañosas.

La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) ha hecho público su malestar por la proliferación de ofertas engañosas, de falsas promesas y en general del bombardeo a la línea de flotación de la seguridad y educación vial básicas. Y claro, en eso estamos totalmente de acuerdo. Folletos que prometen costes que sabemos positivamente que “no puede ser”, conceptos que luego surgen sin previo aviso y engordan la factura final, expectativas no cumplidas y muchas cosas más. Cosas de las que por desgracia hemos oído hablar.

Dos caras de la misma moneda
Claro que no solo las autoescuelas que pueden cometer ese tipo de fraude (al menos fraude por omisión), o que echan esos cebos, tienen la culpa de la situación. Si, ellos muestran ante el consumidor (el alumno) que es posible “sacarse el carnet” en dos semanas con plenas garantías, sin salir de casa, que se aprende lo mismo y que… entre nosotros, te están cobrando de más en otros sitios, tú sabes a qué me refiero.


El desenlace del timo: has comprado papeles rotos
La culpa no es solo del que pone el cebo, sino que es también del que pica, se lo come, lo digiere y luego lo defiende porque se ha ahorrado una pasta. Ay, hijo, no solo te has ahorrado una pasta sino que te has ahorrado conocimientos y te has ganado más boletos del sorteo de malas acciones en carretera, ciudad, o lo que sea, además de que no es posible que tengas 100% claros todos los conceptos teóricos, que tengas la soltura necesaria de las prácticas que has escaqueado… en fin. Tú también, culpable. Y no, no tienes que ser informado antes de que puede que te engañen.

En estas cosas siempre hay dos puntos: la del que ofrece un servicio por menos de lo que cuesta (cebo) y la del que lo acepta, mirando hacia otro lado aunque sepa que la formación tiene un coste. Perdonadme la comparación, pero siempre lo pongo de ejemplo muy gráfico: en el timo de la estampita hay timadores y timados. Los timadores parecen los malos, y son los que finalmente son detenidos si los atrapan, pero realmente el timado ve con buenos ojos engañar al tonto que lleva las “estampitas”. ¿Quién es culpable?

En la época que vivimos, la era de la información, quien no quiere ver, no verá. Pero no se podrá (o no se debería poder) esgrimir el argumento de “yo no lo sabía”, “hay que ver cómo me han engañado”. Desde hace muchos años existen las organizaciones de consumidores, desde hace más años se insiste en comparar antes de comprar. Se insiste, se insiste,... y sigue habiendo casos de supuestos engañados. Si llega el momento en que no sabemos si nos conviene el contrato de la autoescuela, nadie nos apunta para que firmemos y paguemos. Siempre podemos parar, reflexionar y evaluar.

Y si realmente te presionan para que firmes y empieces a pagar, ¿no te huele mal? Consejos directamente de la CNAE:
aconseja al alumno que se informe acerca de todo lo relacionado con el centro, que se asegure de que los importes son los especificados en el contrato, que pida todos los justificantes, que resuelva todas sus dudas con el profesor y que, en caso de tener quejas, exija las hojas de reclamaciones

Son consejos, que no órdenes. Son cosas razonables, que cualquier de nosotros podemos aplicar a cualquier cosa: el precio del pan, los contratos con las operadoras de telefonía, la letra pequeña de los concursos o de las ofertas para listos… Está en nuestra mano conocer todo lo que supone un contrato porque una vez que firmemos habremos firmado (si son listos) que hemos leído de cabo a rabo todas las condiciones del mundo mundial. Y luego a reclamar al maestro armero