9 de julio de 2011

¿Por qué es importante mantener una presión correcta en los neumáticos?

Seguimos con el tema de la presión de los neumáticos, una vez hablado ya de la campaña de revisión gratuita de Michelin y de haber repasado los datos de la campaña anterior en 2009. La cuestión ahora es, ¿por qué es importante mantener la presión correcta en los neumáticos? Haremos una recopilación de las principales razones en este post, de manera que seguramente ya no quedarán dudas sobre las razones de “molestarse” en revisar periódicamente las presiones.

Las cosas necesitan revisión y comprobación de que están bien hechas. De la misma manera que nos hacemos un chequeo médico aunque “estemos bien”, o igual que repasamos un exámen antes de entregar, no sea que hayamos escrito algo inconveniente o que nos demos cuenta de que hemos respondido “Si, exactamente” en una pregunta en la que la respuesta debería ser “75”, tenemos que cerciorarnos de que todos los elementos del coche están como deben estar antes de salir de viaje, o antes de usar el coche cada cierto tiempo.

Ah, ¿los neumáticos pueden perder presión porque si?
Exacto, un neumático que no hayamos “rodado” durante un período de tiempo más o menos importante nos lo podemos encontrar con menos presión por fugas. O quizás un pinchazo que nos pasó inadvertido mientras lo manteníamos en movimiento frecuente pero que con la inactividad aprovechó para terminar el trabajo. A mi bicicleta le pasa cada invierno, la dejo como nueva con los neumáticos inflados y a mediados de febrero tienen menos aire que la gaita de Carlos Nuñez después de un concierto. Hay fugas, puede ser por una válvula que tenga pérdidas imperceptibles o por otras razones, el caso es que no son tan exageradas como las de la bicicleta, pero hay que tenerlas en cuenta. Es nuestra responsabilidad como conductores el mantener correctamente la presión de los neumáticos.

Poca presión, mucha presión… mejor que sea la justa
Lo hemos comentado en otras ocasiones, tanto si nos pasamos en exceso como si nos quedamos por defecto en cuanto a presión, estaremos en peores condiciones de seguridad. La presión que marca el fabricante es la mejor para la mayoría de las situaciones y conductores. Es decir, está dentro de márgenes de seguridad bien estudiados que sirven para el 99.99% de la población. No es necesario subir o bajar las presiones si no existe una razón de peso, y para saber si es una razón de peso en la mayoría de los casos hay que consultarlo con un especialista.


Si nos quedamos cortos en cuanto a la presión, el neumático cogerá temperatura antes y al calentarse más se gastará más. Además, con menos presión el riesgo de desllantar y quedarnos “vendidos” en plena curva es más importante. Por decirlo de una manera un poco grotesca, el coche “tira del neumático hacia el lateral”, es decir, el neumático tiende a deformarse (más o menos visiblemente) y las consecuencias son varias: mayor desgaste, pérdida de adherencia y pérdida de control del vehículo. Si el defecto es delante, el coche tenderá a perder precisión en la parte delantera. Si es de la parte trasera, se “irá de atrás”. Un peligro.

Si nos pasamos con la presión de inflado, estaremos en un caso similar a la presión baja en cuanto a que los neumáticos se desgastarán de forma irregular: más por el centro que por los lados (mientras que con baja presión se desgastan más los laterales que el centro). Los neumáticos absorberán peor las irregularidades del terreno y veremos el confort perjudicado por ese motivo. El agarre se resiente, y mucho en este caso.

Con la presión ideal tendremos la máxima superficie de neumático en contacto con el suelo, y además soportando la misma cantidad de esfuerzo en toda su superficie. La presión correcta nos permitirá viajar seguros y además, como bola extra, ahorrar combustible. Vale la pena dedica un esfuerzo a revisar las presiones frecuentemente (sin caer en la paranoia, claro) para evitar disgustos, gastos innecesarios y lo que es más importante, accidentes.