22 de junio de 2011

Ola de CALOR ...


Se sabe que la elevación de las temperaturas máximas y mínimas sobre las habituales de una zona, tiene efectos directos sobre la salud de su población. Los periodos con temperaturas elevadas favorecen las enfermedades ligadas al calor (agotamiento por calor, golpe de calor¿) aunque la mayor parte de los problemas de salud que se registran durante los periodos de calor excesivo son debidas a la agravación de enfermedades existentes, fundamentalmente cardiocirculatorias y respiratorias.
El grupo de mayor riesgo frente a los efectos del calor, lo constituyen las personas de edad avanzada, sobre todo aquellas mayores de 75 años. Los niños pequeños, especialmente los menores de cuatro años, las personas obesas y los indigentes constituyen otros grupos de población de riesgo, en donde también cabe incluir a aquéllos que consumen alcohol de manera excesiva.


Recomendaciones nutricionales ante una ola de calor
Puesto que las personas mayores son más vulnerables a la deshidratación como resultado de una menor sensación de sed, menor eficacia de su función renal y los fármacos que incrementan la pérdida de agua, es preciso sugerir que aumenten su ingesta de líquidos.
Las necesidades diarias de agua en el anciano se estiman en 20-45 ml/Kg de peso corporal, recomendándose una ingesta media de 2 litros diarios:
  • 1 ml/Kcal consumida en condiciones normales
  • 1,5 ml/Kcal consumida cuando las necesidades están aumentadas: intensa actividad física, sudoración, fiebre, quemados y otras enfermedades.
Las recomendaciones nutricionales para combatir y tratar la deshidratación son las siguientes:
  • Favorecerse la ingesta regular de agua: de siete a ocho vasos diarios facilitando su disponibilidad, mediante jarras o dispensadores en lugares de cómodo acceso para los residentes y personal sanitario.
  • Se sugiere, como método de registro más seguro para los residentes de mayor riesgo el empleo de botellas de agua etiquetadas e individualizadas.
  • Incrementar la ingesta de alimentos líquidos, salvo indicación médica específica, tales como: sopas, gazpacho, zumos, leche, infusiones, helados de hielo, ofreciéndolos de manera periódica y repartida a lo largo del día.
  • En el caso de los líquidos más concentrados como zumos o gazpachos se puede emplear agua o hielo para diluirlos.
  • Con el fin de reponer las sales minerales sería conveniente disponer de bebidas isotónicas, tipo Isostar o Aquarius, destinadas a residentes de alto riesgo, o bien prepararlas con los siguientes ingredientes:
  • 1.5 litros de agua ligeramente fría.
  • Zumo de 1 limón.
  • 1.5 cucharadas soperas de azúcar.
  • ½ cucharadita de sal (un pellizco).
  • ½ cucharadita de bicarbonato.
  • Se puede añadir sacarina para saborizar.
  • Administrar los líquidos a temperatura adecuada, sin que estén excesivamente fríos, de modo periódico y repartido a lo largo del día, reforzando además las tomas de media mañana, merienda y recena.
  • Facilitar la ingesta de líquidos en función de la dependencia del residente:
  • Emplear pajitas en caso de debilidad muscular o cualquier tipo de incapacidad.
  • En caso de disfagia o intolerancia a líquidos se emplearán espesantes, gelatinas o bebidas espesadas para obtener la textura adecuada y asegurar la hidratación.
  • Realizar un correcto reparto de macronutrientes, siendo la distribución adecuada la que sigue: 50-55% del volumen energético total (V.E.T.) de hidratos de carbono, 30-35% V.E.T. de lípidos y un 12-15% V.E.T. aportado por las proteínas.
  • Aumentar el consumo de frutas, especialmente aquellas más acuosas como melón, sandía, piña, peras de agua¿
  • Incrementar el consumo de verduras en general, priorizando las verduras crudas en forma de ensalada, sopas frías, gazpacho, zumos (tomate, zanahoria¿)
  • Evitar comidas demasiado copiosas, siendo preferible aumentar el número de tomas diarias disminuyendo su volumen, lo cual hará necesario fraccionar la ingesta en 5 o 6 tomas diarias según el esquema que sigue: desayuno, media mañana, comida, merienda, cena y recena.
  • Evitar, o en todo caso reducir, el consumo de alimentos muy condimentados y elaborados como salsas, fritos, rebozados, siendo preferible el empleo de técnicas culinarias sencillas como hervidos, asados, plancha, al vapor¿
  • Situaciones como diarrea, estados febriles o empleo de diuréticos deben vigilarse especialmente puesto que pueden favorecer cuadros de deshidratación.