17 de junio de 2011

"Coche a la fuga", "Ahí va ese conductor" y otros cuentos

No hay nada más desagradable que un incidente de tráfico. No lo hay aunque yo por suerte no lo he sufrido y espero seguir así, como hasta ahora. Si ya es malo provocar una situación de esas, aunque sea por el mero hecho de haber dado un golpe a nuestro coche contra otro aparcado, aunque el golpe sea leve, aunque las consecuencias para las personas sean nulas, tener un accidente es siempre algo que nos pesa. No digamos ya cuando la integridad de las personas se pone en peligro.

Por eso no entiendo, no me cabe en la cabeza ni aunque pensase sobre ello durante un millón de años, cómo una persona que provoca un accidente, que atropella a un peatón, que provoca desperfectos en el mobiliario público o en otros vehículos… cómo existe un tipo de “personas” que se dan a la fuga del lugar del siniestro. Los ha habido famosos, que no voy a mencionar, hasta tal punto que durante años hemos tenido controversia por su culpa: unos que si merecía la cárcel por múltiples motivos; el otro que no era culpable que había sido un accidente.

Llevo días con la palabra responsabilidad en los labios. La uso muy a menudo porque creo que es algo fundamental en la vida de los hombres (en el sentido de género humano, por tanto hablo de hombres y mujeres y niños y ancianos…). La responsabilidad hace que vayas por el camino correcto, que cuando te comprometes con tu familia cumples con lo que se espera de ti, que cuando tienes exámenes cumples con lo que tú esperas de ti mismo, que cuando te pones al volante cumples con las normas y respetas al resto de conductores y usuarios de la vía.

Cuando alguien escapa del lugar de un accidente, éste deja de ser un accidente para convertirse en un crimen. Si está penado de la forma X o Y me da igual, siempre he pensado que el que no tiene nada que ocultar no huye y no miente. Bien, si atropellas a una persona (sea culpa de uno o de otro, eso es indiferente para el caso), es tu deber auxiliarla. Negar el auxilio es un delito y se llama omisión de socorro. Pero no solo es un delito, es una falta grave contra las personas. Es un desprecio por los demás. Es una cobardía máxima, como ninguna otra cobardía puede llegar a ser.

Debéis pensar que me muevo por valores dignos de un Don Quijote moderno, pero es que así lo pienso. Decidme si no, qué se le puede pasar por la cabeza a un homicida, como son homicidas los que provocan un accidente y se dan a la fuga, probablemente puestos hasta arriba de sustancias estupefacientes o de alcohol, o que van sin carnet, o que no tienen seguro, o que ha robado el vehículo... que simplemente agachan la cabeza y piensan “si no me ven, no lo hice mal”. Eso solo es gracioso en los dibujos animados, y aún así...

Más cosas que siempre digo, y me váis a perdonar por ser tan vehemente, pero es que la vida ya es lo suficientemente complicada y dura como para complicárnoslas a un nivel tan abrumador de culpa.
Fuente: Circula Seguro.